De Exesposa Humilde a Magnate Brillante - Capítulo 619
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Capítulo 619:
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Robin arqueó una ceja e intentó ocultar su expectación. —¿Es posible que me hayas echado de menos? Al fin y al cabo, fui la primera persona a la que llamaste cuando llegaste a Kitaso. Antes de que Christina pudiera responder, Robin volvió a hablar. —Déjame dejarlo claro: no siento nada por ti.
Los nervios hicieron que Robin se pusiera inquieto. Sus dedos se entrelazaron sin que se diera cuenta. Los pensamientos sobre Christina lo habían perseguido desde que ella se fue de Kitaso. Muchas veces, él…
Casi había viajado a Dorfield solo para verla. Sin embargo, la precaución siempre lo había detenido. No quería crear malentendidos incómodos.
Robin valoraba mucho su orgullo. Lo último que quería era que Christina lo viera como alguien incapaz de valerse por sí mismo.
Con una sonrisa burlona, Christina desestimó las esperanzas de Robin. —Chico, baja el ego, ¿quieres? Te he pedido que vengas para hablar de cosas serias.
Las expectativas de Robin se desvanecieron como burbujas, dejando tras de sí una decepción imposible de ocultar. Una mirada fría se apoderó de él. Sus labios se torcieron con irritación mientras replicaba: «¿Cuántas veces tengo que decírtelo? ¡Deja de llamarme chico!».
Cada vez que Christina lo llamaba «niño», Robin casi perdía los estribos. Viajar hasta Dorfield le había parecido una buena idea, pero después de ese día, se arrepentía de haberlo hecho. Las palabras de Christina le dolían y apenas podía contener su ira.
«Robin, si el trabajo te supera, ¿por qué no le pides a tu abuelo que venga a encargarse?». Christina se sentó con total tranquilidad, mostrando una confianza inequívoca. Una pequeña sonrisa, casi burlona, se dibujó en sus labios mientras observaba a Robin.
Su calma solo sirvió para avivar aún más la ira de Robin. Meter a su abuelo en el asunto solo haría que él pareciera un inútil. Nunca permitiría que eso sucediera.
Demostrar su valía se convirtió en la misión de Robin, sobre todo porque Christina dudaba de sus capacidades. Se dejó caer en una silla y la miró con ira. —Este pequeño problema no requiere la intervención de mi abuelo. Puedo encargarme de ello perfectamente —respondió con frialdad.
En el suelo, Mack luchaba por procesar lo que estaba pasando. Cubierto de moretones, miró impotente entre Christina y Robin. ¿Era esto algún tipo de locura e ? Mientras yacía allí maltrecho y dolorido, ellos hablaban de negocios como si nada hubiera pasado, ignorando por completo su estado.
Robin se inclinó hacia delante, con voz aguda. «¿Para qué me has traído aquí?».
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Aunque la ira bullía bajo sus palabras, Christina se mantuvo tranquila e indiferente ante su irritación. Parecía ajena a la tormenta que había desatado en su interior. Él se quedó pensativo en silencio, cada vez más frustrado con cada segundo que pasaba.
—Pareces un poco molesto —dijo Christina de repente.
Robin se puso tenso. «Estoy bien», murmuró, aunque la verdad era todo lo contrario. Estaba furioso por dentro, mucho más que simplemente molesto.
Aun así, se tragó la verdad y cambió de tema. —Vamos al grano. ¿De qué tipo de negocio estamos hablando? Mi estado de ánimo no afectará a mi profesionalidad. —Su ceño se frunció aún más y su voz se volvió cortante.
Christina pensó que tenía razón y decidió no insistir en su estado de ánimo. «Actualmente soy la mayor accionista del Grupo Jones», dijo con calma. «Y te ofrezco venderte mi participación a mitad de precio. Es una ganga». Sonrió levemente.
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