De Exesposa Humilde a Magnate Brillante - Capítulo 612
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Capítulo 612:
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—No estoy aquí para ayudar —dijo con frialdad—. He venido a llevarme la empresa.
La expresión de Mack se ensombreció. «¿Qué quieres decir?».
Christina se volvió hacia Yvonne con una pizca de burla en los ojos. —¿No te lo ha dicho Yvonne?
Yvonne apartó la mirada rápidamente. Apretó los puños sobre su regazo. ¡Esa mujer miserable! Realmente había venido a reclamar lo que le correspondía.
—Yvonne, ¿de qué está hablando? ¿Nos estás ocultando algo? —La voz de Mack se volvió fría.
Yvonne tartamudeó, su voz apenas un susurro. No se atrevía a admitir la verdad, no cuando sus padres podrían repudiarla por ello.
—Yvonne, por favor. Dínoslo —insistió Liza con suavidad, con preocupación en su voz.
Yvonne retorció los dedos y se mordió el labio inferior, aterrorizada.
—Si ella no habla, lo haré yo —dijo Christina con firmeza.
—¡Christina! ¡No te atrevas! —espetó Yvonne, con la voz quebrada por la rabia.
—Usaste al Grupo Jones como apuesta y me lo perdiste. Estoy aquí para recuperar lo que es mío por derecho —dijo Christina con claridad.
Yvonne se puso pálida. Le temblaban las manos. No podía hablar.
—Dime que no es verdad —dijo Mack, mirando a Yvonne con incredulidad.
Yvonne abrió los labios, pero no salió ningún sonido. Se le llenaron los ojos de lágrimas. De repente, empezó a toser.
Liza corrió a su lado, alarmada al ver a su hija derrumbarse. —¡Respóndeme! ¿Es cierto? —ladró Mack.
—¡Ya basta! —espetó Liza, abrazando a Yvonne—. Mírala, ¿no ves que la estás asustando?
Pero Mack temblaba de furia. —Por última vez. ¿Has perdido la empresa en el juego?
«Sí…», susurró Yvonne finalmente. «Pensé que podía ganar, pero…».
Antes de que pudiera terminar, Mack levantó la mano y la golpeó en la cara.
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Un fuerte golpe resonó en la habitación cuando la mano de Mack impactó en la mejilla de Yvonne, obligándola a girar la cabeza hacia un lado y llenándole la boca con el sabor amargo de la sangre.
Liza se quedó paralizada, completamente desconcertada por la violencia. El shock la mantuvo inmóvil durante un instante, pero luego recuperó la voz. —¿Por qué no hablas con ella en lugar de pegarle? ¡Es nuestra hija!
«¿Ella se ha jugado la empresa y yo no puedo pegarle por eso? ¿Quieres que nos echen a todos a la calle?». Mack la miró con ira mientras le espetaba las palabras.
Este lado furioso de Mack dejó a Liza e Yvonne desconcertadas. Ninguna de las dos estaba acostumbrada a verlo perder el control.
Liza, buscando una excusa, intentó aliviar el ambiente. «Solo era una broma, una tontería. ¿No es así, Christina?».
«Nadie está bromeando contigo», dijo Christina con voz gélida mientras arrojaba un contrato sobre la mesa. «Firma este acuerdo de transferencia».
Los tres pusieron cara de pocos amigos mientras asimilaban lo que Christina acababa de exigir.
Mack, que ya intentaba dar marcha atrás, dijo con frialdad: «Las apuestas verbales no cuentan. Y el Grupo Jones me pertenece a mí. Yvonne nunca tuvo derecho a ponerlo en juego».
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