De Exesposa Humilde a Magnate Brillante - Capítulo 556
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Capítulo 556:
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Una leve y cruel sonrisa se dibujó en el rostro de Yolanda, cuyos ojos brillaban con una malicia apenas velada.
—Por cierto, Brendon —dijo Yolanda con dulzura—, mis padres querían saber cuándo regresa tu padre. Va a venir a nuestra fiesta de compromiso, ¿verdad?
—Ya se lo dije. Depende de él si viene o no —respondió Brendon, frunciendo ligeramente el ceño. Lo último que quería era otro encontronazo con su padre. Su viejo era impredecible, siempre intentando sacar a su abuela de la empresa. Si alguien así tomaba las riendas del Grupo Dawson, sería un desastre.
Brendon sabía muy bien que, si su abuela fuera quien tomara la decisión, él sería el sucesor obvio: inteligente, capaz y calculador.
—Lo que tú decidas. Yo te apoyaré —dijo Yolanda rápidamente, percibiendo el cambio de humor y decidiendo seguirle la corriente.
Aun así, su deferencia no sirvió para aliviar la irritación de Brendon. A medida que se acercaba la fiesta de compromiso, una pesada nube de inquietud se cernía sobre él, negándose a disiparse. —Voy a acostarme —murmuró, rechazando el intento de acercamiento de Yolanda y alejándose con los hombros tensos.
—Está bien —dijo Yolanda en voz baja, observando su figura mientras se alejaba y apretando lentamente los puños. Ella percibió el cambio en él y una lenta y creciente inquietud se apoderó de su pecho. Con cada día que pasaba, él se alejaba más de ella y se convertía en una fuerza que no podía contener.
Unos días más tarde, Chloe se inclinó hacia delante desde el asiento trasero, con los ojos brillantes de emoción. —¡Hoy lo hemos pasado genial! ¿Qué tal si vamos a por un guiso? Desde el asiento del copiloto, Eloise sonrió. —Me parece perfecto.
Christina sonrió, con las manos firmes en el volante. «Pues guiso habrá».
El coche estaba lleno de charlas y risas mientras los tres disfrutaban del momento, hasta que todo cambió en un instante. De la nada, un enorme camión se abalanzó hacia ellos, desviándose violentamente y ganando velocidad. Su motor rugía como un monstruo desatado.
La gente en la calle se quedó paralizada por un segundo y luego se dispersó en todas direcciones. Se escucharon gritos mientras los transeúntes corrían para salir del camino.
Chloe y Eloise se quedaron paralizadas en el sitio, paralizadas por el terror, como si la sangre se les hubiera helado en las venas. Sus mentes se quedaron en blanco, completamente abrumadas por el pánico e e del momento. Abrieron la boca en señal de sorpresa, con los ojos muy abiertos, incrédulas. Solo podían mirar mientras sus corazones latían con fuerza en sus pechos.
En marcado contraste, Christina permanecía inquietantemente tranquila. Su expresión era fría, su mirada aguda y firme. Ni una pizca de pánico se dibujaba en su rostro. Incluso cuando el peligro se abalanzaba sobre ellas, su corazón seguía latiendo con regularidad, controlado. Cuanto más crítico era el momento, más serena se volvía. Era precisamente esa calma la que la había ayudado a superar las brutales pruebas del campo de entrenamiento. Su supervivencia no se debía solo a la suerte, sino a su agudo instinto, su habilidad perfeccionada y su inquebrantable capacidad para mantener la cabeza fría ante las crisis.
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Con la mente afilada como una navaja, Christina actuó sin dudar. Con calma pero con decisión, pisó el acelerador y giró justo a tiempo para esquivar el camión que se acercaba.
¡Bang! El enorme vehículo, incapaz de detenerse, atravesó la barrera de seguridad, se desvió violentamente hacia el carril contrario y finalmente se estrelló contra un muro de hormigón. ¡Chirrido! El chirrido de los neumáticos resonó en medio del caos mientras Christina detenía el coche de forma controlada.
Se quedaron sentados en silencio, atónitos. Habían estado a un paso de la muerte: un segundo más lento, un momento de vacilación, y todo habría terminado.
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