De Exesposa Humilde a Magnate Brillante - Capítulo 552
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Capítulo 552:
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Su mirada era tan fría que les heló hasta los huesos. Ni Katie ni Yolanda se atrevieron a decir una palabra más. La intensidad de la mirada de Christina bastaba para despojarles de toda su arrogancia.
—La última vez, Katie vio con sus propios ojos que la señorita Scott era ciega y lisiada. Christina, no puedes ignorar ese hecho y ponerte del lado de la señorita Scott sin pensar —argumentó Yolanda con voz temblorosa—. Estás siendo irracional.
—Muy bien —dijo Christina con voz fría, clavando su mirada gélida en Yolanda y Katie—. Os voy a enseñar lo que significa realmente ser irracional.
Sin decir nada más, Christina dio una fuerte bofetada a Yolanda y Katie.
El rostro de Katie ardió de furia. Abrió la boca para maldecir, pero antes de que pudiera pronunciar otra palabra, la mano de Christina volvió a bajar. Otro fuerte golpe resonó en la habitación.
Yolanda se estremeció y gritó: «Christina…».
¡Zas! Yolanda también fue interrumpida con una bofetada.
Cada vez que Yolanda y Katie intentaban hablar, Christina las silenciaba con una nueva bofetada.
En poco tiempo, tenían el rostro enrojecido e hinchado, y las lágrimas les picaban en los ojos. Ninguna se atrevía a mirar a Christina, aterrorizadas de provocar más castigo. Cualquier intento de responder, o incluso de lanzarle una mirada resentida a Christina, les valía otra bofetada rápida. Desesperadas por evitar más dolor, ambas mantuvieron la boca cerrada, paralizadas en el sitio.
Cuando la mano de Christina se movió hacia arriba, Yolanda y Katie instintivamente se protegieron el rostro y retrocedieron.
Su miedo divirtió a Christina, y una sonrisa de satisfacción se dibujó en sus labios. Lentamente, agitó la mano delante de sus rostros cautelosos. «¿Veis? Ahora ya sabéis lo que es realmente irrazonable».
La sonrisa burlona de Christina era deslumbrante, lo que intensificaba la humillación que sentían Katie y Yolanda. Sin embargo, ninguna se atrevía a defenderse ni a pronunciar una sola palabra. Cada intento de resistencia, ya fuera física o verbal, les valía otra bofetada. La amargura hervía en su interior mientras se preguntaban cuándo se había vuelto tan feroz Christina. Durante tres años en la familia Dawson, había sido la tolerante y fácil de manipular, ocasionalmente terca, pero nunca violenta.
«¿Qué hacéis todavía aquí? ¡Largo!». La mirada gélida de Christina clavó a Yolanda y Katie en el sitio. «Si no estuviera cansada de pegaros, seguiría». Dicho esto, volvió a levantar la mano, como dispuesta a golpear de nuevo.
«¡Vale! ¡Ya nos vamos!», espetaron Yolanda y Katie, apresurándose para escapar.
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Pero la voz aguda de Christina las detuvo en seco. «¡Quietas!».
Se quedaron paralizadas, indecisas entre salir corriendo hacia la puerta o arriesgarse a otra ronda de bofetadas. La amenaza de más dolor las mantuvo clavadas en el sitio, con las piernas temblorosas y los ojos llorosos por el miedo. En silencio, juraron vengarse de Christina en cuanto se presentara la oportunidad. Si alguna vez encontraban la ocasión, se asegurarían de que Christina lo pagara caro.
«Coged vuestras cosas. No quiero que dejéis aquí vuestra basura», dijo Christina con frialdad.
El alivio invadió a la maltrecha pareja al darse cuenta de que no volvería a pegarles. Se apresuraron a recoger sus pertenencias esparcidas por el suelo. Aferrándose a sus cosas, salieron corriendo como si huyeran de un animal salvaje, dejando atrás solo el recuerdo de su humillación.
Eloise se quedó mirando, completamente atónita por lo que acababa de presenciar. Christina parecía salida de una película de acción: fría, tranquila y aguda. Esas bofetadas habían bastado para dejar sin aliento a todos los presentes. ¿La forma en que las había propinado? Feroz. Impecable. Sin remordimientos, poderosa.
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