De Exesposa Humilde a Magnate Brillante - Capítulo 546
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Capítulo 546:
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Bruno cruzó los brazos y entrecerró los ojos. —Mira el historial. Varias mujeres han intentado acercarse a Dylan, pero ninguna ha conseguido ni siquiera acercarse a él. —Se inclinó hacia delante y bajó la voz—. «Y Ralphy… es un maestro en el arte de ser playboy, pero nadie se queda a su lado mucho tiempo. Pierde el interés por las mujeres antes de que termine la semana. ¿Usarlo para acercar a alguien a Dylan? Olvídalo».
Una sombra cruzó el rostro de Eugene, preocupado por la cruda realidad. —Exacto. La suerte de Dylan es absurda. Ni siquiera los asesinos que envió esa persona pudieron acabar con él.
Bruno preguntó, mirando fijamente a su padre: —Papá, ¿quién es esta persona que intenta matar a Dylan? ¿Podemos confiar realmente en que está de nuestro lado?
La mirada de Eugene era gélida e implacable. —La curiosidad mató al gato. Lo has oído, ¿no?
Bruno apretó los dientes con fuerza. —Estábamos tan cerca, tan cerca de apoderarnos del imperio Hubbard sin dejar rastro. Lo teníamos todo al alcance de la mano. Pero entonces apareció esa maldita Christina, curó el veneno de Eloise y redujo a cenizas todos tus años de conspiraciones.
Eugene frunció el ceño, con la frustración reflejada en su rostro. —La familia Hubbard vigila muy de cerca a Eloise ahora. Ni siquiera nosotros podemos acercarnos a ella, y mucho menos nuestra gente. Hace mucho que no regresa a la residencia de los Hubbard. Se rumorea que se está recuperando en algún lugar apartado y nadie sabe cuándo volverá a aparecer en la finca Hubbard. Sin embargo, logré infiltrar a uno de los nuestros en la casa de los Hubbard. En cuanto Eloise regrese, por fin tendremos una oportunidad».
La voz de Bruno temblaba cuando dijo: —Papá, ¿y si los miembros de la familia Hubbard ya se están dando cuenta? Quizás estén empezando a sospechar que algo pasa.
Una sonrisa astuta se dibujó en los labios de Eugene. —Aunque fuera así, no hay forma de que descubran nuestra implicación. Todo esto es una partida de ajedrez organizada por esa persona, y aún no sabemos quién va a ganar.
Bruno asintió con la cabeza. —Es cierto. El clan Hubbard lleva años buscando a Eloise. Si fueran tan listos como creemos, la habrían encontrado hace mucho tiempo y no habrían descubierto hasta hace poco que había veneno en su organismo.
Una mirada cautelosa brilló en los ojos de Eugene. —Tengo el presentimiento de que Christina esconde más de lo que deja ver. Podría arruinar nuestros planes aún más. Pon a alguien tras ella, indaga en su vida y descubre qué es lo que esconde.
Bruno dudó antes de preguntar: «Entonces, ¿qué hacemos con ella?».
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Tras una breve pausa, la voz de Eugene se volvió fría. —No me importa quién sea ni de dónde venga. Ha arruinado nuestros planes y ha echado por tierra todos nuestros esfuerzos. Debe ser eliminada.
—Entendido —respondió Bruno, asintiendo con la cabeza. Sus ojos adquirieron un brillo amenazador. Lo mejor sería encontrar una forma impecable de acabar con la vida de Christina. No descansaría hasta acabar con Christina y con la familia Hubbard. En su mente, la fortuna y el legado de la familia Hubbard siempre le habían pertenecido. Ahora solo estaba recuperando lo que le habían robado.
La noche se cernía pesada fuera de la ventana.
La inquietud se apoderó de los sueños de Christina, despertándola con una sensación de malestar. El instinto se impuso y, antes de que su vista se acostumbrara a la oscuridad, se abalanzó sobre la sombra que se cernía cerca de su cama.
Su puño se detuvo en seco cuando un murmullo bajo y familiar llenó la oscuridad. —Christina, soy yo.
La voz de Dylan era grave y áspera, suave como el humo cálido que se arremolinaba en una habitación silenciosa, y cada palabra rezumaba calor.
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