De Exesposa Humilde a Magnate Brillante - Capítulo 541
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 541:
🍙🍙 🍙 🍙 🍙
Pensar en ello solo hacía que Dylan se sintiera más sofocado, y un escalofrío se apoderó de su rostro. Mientras tanto, sus ojos se enrojecieron aún más cuando una ola de ira, dolor y angustia lo invadió por primera vez.
Ajeno a la confusión interior de Dylan, Christina solo notó el cambio en su expresión.
No tenía ni idea de qué estaba causando esa mirada tan complicada en su rostro. —Estoy agotado. Necesito descansar un poco —dijo Dylan con voz fría mientras se alejaba de ella.
Perpleja, Christina lo miró fijamente, tratando de entender cómo su estado de ánimo podía cambiar tan rápidamente como una tormenta pasajera. No sabía si había hecho algo mal. ¿Lo había lastimado al cambiarle el vendaje sin darse cuenta? Sin embargo, Dylan no era del tipo que guardaba rencor, ¿verdad? Siempre era difícil adivinar lo que pasaba por la mente de alguien como él, que había crecido rodeado de poder y riqueza desde la infancia.
Sin decir nada más, Christina decidió dormir en otra cama.
Cuando se dio la vuelta, la voz de Dylan la llamó desde atrás. —Christina. Esa voz áspera y grave, con un extraño encanto, pareció rozarle la oreja.
—¿Sí? —Se dio la vuelta y se encontró mirando a unos ojos enrojecidos. En ese momento, algo afilado y desconocido se retorció en su pecho, despertando una sensación que no podía identificar.
—Entiendo lo que has dicho y te lo agradezco. Gracias por quedarte aquí conmigo. —La sinceridad llenaba la mirada y el tono de Dylan.
De alguna manera, en solo unos instantes, Dylan había logrado encontrar un poco de paz interior. Por mucho que Brendon significara para ella, se sentía agradecido de tenerla cerca en ese momento.
—No hay necesidad de formalidades. Ya que me contrataste para ser tu cuidadora, cuidar de ti es simplemente lo que debo hacer —dijo Christina, restándole importancia a las palabras de Dylan.
La decepción se apoderó del pecho de Dylan. La verdad le golpeó: Christina se quedaba solo porque era su responsabilidad, no por ningún sentimiento o preocupación por él. «Está bien. Deberías ir a descansar», respondió con voz ronca mientras bajaba la mirada.
Cerró los ojos, con el corazón retorcido por la angustia. Las tácticas amorosas que le había enseñado Ralphy —actuar vulnerable, buscar compasión— parecían inútiles, y solo el truco de la herida autoinfligida e e tenía un ligero efecto. Ganarse a Christina estaba resultando un camino largo y difícil. En su interior, dejó escapar un suspiro mientras se preguntaba qué podía intentar a continuación.
Detrás de él, la voz de Christina rompió el silencio. —Tienes que cambiarte de ropa.
No te pierdas nada en ɴσνєℓα𝓼4ƒαɴ.c○𝓂
En cuanto la oyó, se le ocurrió un nuevo plan. Se dio la vuelta, asegurándose de golpearse a propósito el brazo herido.
«¡Ay!». Un grito ahogado escapó de sus labios mientras fruncía el ceño por el dolor. Se presionó el pecho con la mano, donde tenía la herida, y su rostro se retorció con aún más incomodidad.
—¿Qué pasa? —Christina se inclinó rápidamente hacia él, con preocupación en la voz. Después de examinarlo y darse cuenta de que estaba bien, soltó un suspiro de alivio. Quizás solo se había tocado la herida sin querer, pero al menos no era nada grave.
—Estoy bien, solo tengo la mano un poco entumecida… —Dylan la miró, con sus ojos, normalmente fríos, ahora con un toque de inocencia—.
—Déjame ayudarte a levantarte y cambiarte de ropa —sugirió Christina—. No será cómodo dormir con esa camisa. Te ayudaré a ponerte una bata limpia del hospital.
.
.
.