De Exesposa Humilde a Magnate Brillante - Capítulo 529
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Capítulo 529:
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«Brendon, ¿qué hacemos ahora?», susurró Yolanda nerviosa, aferrándose a su brazo.
«Vámonos», murmuró Brendon, agarrándole la mano y girándose para marcharse.
La fría voz de Dylan resonó. «Detente».
Brendon se detuvo, apretó la mandíbula y luego se dio la vuelta, conteniendo a duras penas su ira. «¿Qué pasa ahora? ¿Qué más quieres?».
«Aún no le has pedido perdón a la señorita Jones», dijo Dylan con tono seco, sin dejar lugar a réplica.
El rostro de Brendon se retorció de resentimiento. Pero sabía que enfrentarse a Dylan ahora sería una batalla perdida. Tragándose su orgullo, se volvió hacia Christina. Ella estaba de pie, en silencio, con una expresión indescifrable, tan tranquila que solo servía para alimentar su frustración. Ella solo confiaba en el apoyo de Dylan. Había tenido suerte de convertirse en la cuidadora de la familia Scott. Aun así, no tenía más remedio que disculparse con ella.
—Lo siento —dijo Brendon apretando los dientes y haciendo una profunda reverencia en dirección a Christina.
Yolanda se quedó rígida, sin intención de disculparse. ¿Disculparse? ¿A Christina? La sola idea le resultaba insoportable.
Pero Edwin no era conocido por su paciencia. Sin previo aviso, levantó la pierna y propinó una fuerte patada en la pantorrilla de Yolanda. Ella trastabilló, jadeando de dolor.
Yolanda se tambaleó hacia delante cuando una fuerte patada le dio en la parte posterior de la rodilla, obligándola a caer al suelo y arrodillarse ante Christina.
—Vaya, mira eso —dijo Christina con una leve sonrisa—. Eso sí que es una disculpa en condiciones.
La furia se apoderó de Yolanda. No se había arrodillado por remordimiento, sino porque esa secretaria malvada la había pateado. Pero, aunque la ira la consumía por dentro, se mordió la lengua. Una palabra equivocada y podría recibir otra bofetada.
—Deberías disculparte ahora —dijo Edwin con frialdad, en un tono tranquilo pero firme.
Yolanda tragó saliva con dificultad. —Lo siento —murmuró entre dientes.
Christina le dirigió una mirada desdeñosa. «Ya está bien. Puedes irte».
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La expresión de Brendon se ensombreció. Dio un paso adelante, ayudó a Yolanda a levantarse y lanzó una mirada fría a Christina antes de darse la vuelta y salir con sus guardaespaldas.
Christina se volvió hacia Bethel y le preguntó con delicadeza: —Bethel, espero que no estés enfadada conmigo.
—Por supuesto que no, niña —respondió Bethel con voz amable—. Brendon se equivocó. Él te hirió primero. Él se lo ha buscado.
Dylan, sentado cerca, escuchaba en silencio. Las palabras de Bethel le produjeron una rara sensación de alivio. Al menos alguien en la familia Dawson veía las cosas con claridad. Y Bethel no era cualquiera: una vez le había salvado la vida a Christina. Solo eso le bastaba para ganarse su respeto.
Aun así, algo le inquietaba a Dylan. ¿Christina todavía sentía algo por Brendon? Si no, ¿por qué no había refutado las palabras de Yolanda? Yolanda la había acusado dos veces de seguir queriendo a Brendon y, en ambas ocasiones, Christina no lo había negado. ¿Su silencio era una confirmación tácita?
La idea despertó algo desagradable en el pecho de Dylan. Después de toda la humillación que Christina había sufrido a manos de Brendon, ¿todavía le importaba? Al fin y al cabo, habían estado casados durante varios años. Parecía que sus sentimientos por él no se disiparían tan fácilmente.
Dylan apretó la mandíbula mientras se devanaba los sesos buscando una forma de borrar a Brendon del corazón de Christina.
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