De Exesposa Humilde a Magnate Brillante - Capítulo 503
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Capítulo 503:
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«Quizás Christina no tenía mala intención…», sugirió Yolanda, que parecía defender a Christina, pero en realidad estaba avivando las llamas de Katie.
—¡Claro que sí! —replicó Katie con la mandíbula apretada—. Podría haberme advertido que era el Sr. Scott quien conducía, pero no, me provocó para que dijera esas palabras impulsivas. Si no fuera por ella, no habría ofendido al Sr. Scott y no habría sido humillada de esta manera. ¡Todo es culpa suya! —Katie juró para sus adentros que se lo haría pagar a Christina.
Yolanda soltó un suspiro dramático mientras fingía compadecerse de Katie. Miró a Brendon, que tenía una expresión grave. Una chispa de satisfacción brilló en sus ojos. La vida como cuidadora dejaba a Christina fregando suelos y haciendo recados para la familia Scott, un futuro que nadie envidiaba. Nada de este lío habría ocurrido si Katie no hubiera abierto la boca e insultado a Dylan. Cualquier esperanza que Christina pudiera haber tenido de volver a casarse con Brendon se había esfumado, desaparecida para siempre.
¿Qué hombre rico arriesgaría su reputación por alguien que se ganaba la vida haciendo tareas humildes?
Una sensación de victoria se apoderó de Yolanda. Estaba convencida de que su compromiso con Brendon era ahora inevitable. Aunque Christina le suplicara que volviera con él, Brendon nunca la aceptaría de nuevo.
Con lágrimas corriendo por su rostro, Katie se volvió hacia Brendon, con la voz temblorosa. —Christina me tendió una trampa, Brendon. ¡Tienes que defenderme!
Una sonrisa cruel se dibujó en los labios de Brendon. Ya estaba tramando su venganza. —Déjalo en mis manos. Si se atreve a aparecer en mi fiesta de compromiso con Yolanda, me encargaré de que quede humillada delante de todos. Tendrás tu venganza.
Katie se sintió aliviada. Sonrió entre lágrimas. —Tú y Yolanda sois lo mejor que tengo. ¡Os quiero mucho a los dos!
Brendon le hizo un gesto para que dejara de preocuparse y le indicó que se sentara. —Ahora siéntate y descansa un poco. Haré que te examine un médico y luego te llevaré a casa. Asegúrate de estar lista para tu discurso de mañana.
«Quédate tranquilo, estoy bien preparada. A Cassandra le va a encantar lo que tengo que decir», respondió Katie, recuperando la confianza.
Brendon le dio una suave palmadita en la cabeza para mostrarle su afecto. —Esto no es solo para alcanzar nuestro objetivo de formar parte de la élite de Lorbridge. Aspiramos a llegar a lo más alto. Si lo conseguimos…
Brendon se imaginó en una nube de poder. El sabor de la victoria era dulce. —Para entonces, nadie se atreverá a cruzarse en tu camino.
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La felicidad iluminaba el rostro de Katie mientras se permitía imaginar su imposible ascenso compartido.
La luz del sol matutino se colaba por las ventanas de la escuela cuando finalmente llegó el momento de Katie, o eso creía ella. Irradiaba confianza mientras se dirigía al frente, segura de que su presentación eclipsaría a todos los oradores que la habían precedido.
Una brillante sonrisa iluminó su rostro mientras lanzaba una mirada esperanzada en dirección a Cassandra. Con facilidad adquirida, dijo: «Hola, soy Katie Dawson…».
Sus dedos bailaron sobre el mando a distancia, pasando a la primera diapositiva, y de repente el auditorio estalló en exclamaciones de sorpresa.
Al escudriñar al público, Katie confundió su sorpresa con admiración. El orgullo se apoderó de ella, segura de que su diapositiva había deslumbrado a la sala, hasta que una oleada de dedos acusadores y voces bajas sustituyeron el silencio por susurros burlones y risitas.
Por un momento, Katie se convenció de que no era más que envidia lo que alimentaba sus reacciones. La curiosidad pronto se apoderó de su compostura. Girándose hacia la pantalla gigante, sintió que su corazón se detenía.
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