De Exesposa Humilde a Magnate Brillante - Capítulo 501
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Capítulo 501:
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Los labios de Christina se curvaron en una sonrisa burlona. «Eso es apenas un susurro. Oigámoslo alto y claro», comentó con los brazos cruzados. «¿O es que tu voz es tan vacía como tu columna vertebral?».
La furia casi ahogó a Katie, pero la presencia de Dylan la mantuvo bajo control. Responder supondría arriesgarlo todo: el futuro de su familia estaba en juego. La imprudencia no era una opción. Renunciando a su orgullo, hizo lo que era necesario.
Obligada a humillarse, Katie apretó la mandíbula y gritó: «¡Soy una zorra!». Con la mirada clavada en el suelo, siguió arrastrándose mientras su voz resonaba: «¡Soy una zorra! ¡Soy una zorra!».
Alejándose de la escena, Christina le dijo a Dylan con suave calidez: «¿No tienes trabajo que hacer? Deberías irte».
«De acuerdo», respondió Dylan. «Y tú deberías descansar un poco. No hace falta que la vigiles, no se atrevería a dejarlo a medias».
«Lo sé». Christina asintió con la cabeza. Inclinó la cabeza con gracia juguetona y saludó con la mano. «Gracias por intervenir, señor Scott. ¡Hasta pronto!».
Dylan no pudo evitar sonreír ante su ternura, y las comisuras de sus labios se curvaron sin que se diera cuenta. Su corazón se llenó de tal calidez que sintió como si la dulzura se derramara de él, elevando el aire a su alrededor hasta que parecía casi ingrávido. Esa dulzura persistente hacía que incluso la perspectiva del trabajo pesado en la oficina pareciera más fácil de soportar.
Arriba, dentro de una habitación privada del hospital, Yolanda palideció al asomarse al balcón y señalar a la figura que se arrastraba por el suelo. —¡Brendon, mira! ¿No es Katie?
Con un vaso de agua en la mano, Brendon se acercó para ver mejor. La figura que se arrastraba por el suelo del aparcamiento se parecía indudablemente a su hermana. La sorpresa se reflejó en sus ojos. —¡Es Katie! ¿Quién se ha atrevido a maltratar a mi hermana? —Apretó el vaso con fuerza, sintiendo cómo la furia le invadía.
El rostro de Yolanda se nubló con falsa preocupación. —Deberíamos bajar a ver qué pasa.
Brendon asintió y bajaron rápidamente juntos.
Una vez abajo, el primer instinto de Brendon fue correr hacia Katie para ayudarla a levantarse. Ella se arrastraba con la cabeza gacha, sin atreverse a mirar a nadie a los ojos. Antes de que pudiera moverse, Yolanda lo agarró del brazo y lo detuvo.
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La confusión se apoderó del rostro de Brendon. —¿Por qué me detienes, Yolanda? Yolanda dudó un momento antes de apretar su agarre, sin querer soltarlo.
La frustración se filtró en la voz de Brendon. «¡Solo di una palabra, por el amor de Dios!». En ese momento, la imagen de su hermana arrastrándose y llamándose a sí misma una zorra lo destrozó. Era como ver el nombre de la familia Dawson arrastrado por el barro.
Yolanda se estremeció, herida por su tono, con lágrimas asomando a sus ojos.
Al ver su angustia, Brendon se ablandó rápidamente. «Lo siento, Yolanda. No quería gritarte. Es solo que estaba muy preocupado».
La voz de Yolanda temblaba. «Lo entiendo. Es solo que… me he dado cuenta de algo de repente».
Brendon se quedó aún más desconcertado. —¿Qué intentas decir? ¿No deberíamos ir a ayudar a Katie?
Yolanda lo miró con seriedad. «Pensar que incluso Katie se ha visto obligada a doblegarse. Quienquiera que esté detrás de esto, probablemente sea mucho más poderoso que tú».
Al instante, los pensamientos de Brendon se centraron en el orgullo de Katie. Para que ella pasara por semejante humillación, alguien con verdadero poder debía de haberla dejado sin otra opción. Las palabras de Yolanda le hicieron reflexionar y le obligaron a detenerse a pensar. Antes, con las prisas, no lo había pensado bien.
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