De Exesposa Humilde a Magnate Brillante - Capítulo 499
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Capítulo 499:
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«Mira bien». Dylan habló en un tono bajo y amenazante, cada palabra cargada con el peso de una amenaza silenciosa y mortal. «¿Soy yo a quien has estado tratando de desenmascarar?».
Apretando con fuerza su teléfono, los nudillos de Katie se pusieron blancos. El miedo le quitó el color de la cara, mientras cada inhalación se sentía superficial e incómoda. Las palabras se negaban a salir con fluidez. «Yo…», tartamudeó, luchando por recuperar el control de sí misma. Después de una pausa temblorosa, Katie se obligó a hablar. Su voz temblaba. «Sr. Scott, eso no es lo que quería decir en absoluto…».
Dylan la miró arqueando una ceja. Bajó la voz. —¿En serio? Entonces, ¿qué intentabas decir exactamente? Acabas de acusarme de ser el sugar daddy de Christina, ¿no?
Los labios de Katie temblaron. —Solo pensé que Christina había venido aquí para encontrarse en secreto con un hombre desconocido. Eso es todo lo que quería decir…
El frío fuego en los ojos de Dylan la hizo callar por completo, su mirada gélida congeló sus palabras. —¿Quién te ha enseñado a hacer acusaciones tan descabelladas sin nada que las respalde? —preguntó con tono firme.
Las lágrimas brotaron de los ojos de Katie, y el pánico la invadió. Sacudió la cabeza y suplicó: —No, ¡me ha entendido mal, señor Scott! No quería decir eso. Por favor, créame.
La voz de Dylan siguió siendo fría. «¿Por qué no oigo una disculpa?».
Katie vaciló, sintiendo cómo se le oprimía el pecho por el resentimiento al pensar en pedirle perdón a Christina. Señaló a Christina. —Le pediré perdón a usted, señor Scott. Pero no espere que le pida perdón a ella.
Katie no creía haber dicho nada malo sobre Christina. Christina no era más que una mujer fácil que se lanzaba sobre cualquier hombre que le prestara la más mínima atención.
Dylan cogió su teléfono, con aire distante. «Si eso es lo que piensas, tu familia pronto desaparecerá del mapa».
Katie sintió un miedo instantáneo que le hizo palidecer aún más. —¿Por qué la defiendes? ¿Qué es ella para ti?
Dylan la miró a los ojos y pronunció cada palabra con dureza. —Toda la familia Scott la apoya.
Katie se quedó sin habla. ¿Era posible que Christina hubiera conseguido ganarse a Dylan y asegurarse un lugar en su vida? ¿Cómo podía ser?
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Christina intervino: —El señor Scott me contrató para cuidar de la señorita Scott, así que sí, en este momento, por el bien de mi continuidad en el servicio, la familia Scott me respalda.
Un ligero movimiento en la frente de Dylan delató la frustración que intentaba ocultar. Su expresión reveló brevemente…
Un atisbo de amargura afloró brevemente. Incluso ahora, Christina seguía trazando una línea entre ellos, probablemente para evitar que Brendon se hiciera una idea equivocada. Ella todavía se preocupaba por Brendon.
Ese pensamiento atormentaba a Dylan. La envidia bullía bajo su aparente calma, y el deseo de borrar a Brendon de los pensamientos de Christina se hacía más fuerte por segundos. Hasta que Christina entró en su vida, nunca se había sentido tan inquieto por algo que no sabía cómo cambiar.
Mientras tanto, la mente de Katie trabajaba rápidamente. Hacía unos momentos, se había preguntado si Christina había captado de alguna manera el interés de Dylan y si algún día podría convertirse en su esposa. Pero la verdad desinfló esa esperanza al instante: Christina no era más que una cuidadora contratada. Sonrió con desdén por dentro, y un destello de desprecio brilló en sus ojos.
Se dio cuenta de que había estado sobrevalorando a Christina. Era imposible que una deshecha como Christina pudiera llamar la atención de Dylan.
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