De Exesposa Humilde a Magnate Brillante - Capítulo 498
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Capítulo 498:
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Con el teléfono en alto y ya grabando, Katie se abalanzó hacia Christina, con la determinación escrita en su rostro. «Bueno, mira lo que tenemos aquí, ¡te pillé con tu papi en plena acción! ¡Qué vergüenza!».
«Borra el vídeo ahora mismo», espetó Christina, intentando arrebatarle el teléfono.
Katie vio venir el movimiento y apartó el brazo bruscamente, con una sonrisa burlona en los labios. «Buen intento. Pero no vas a acercarte a mi teléfono».
La burla bailaba en los ojos de Katie mientras se reía con desprecio: «A ver qué te parece cuando todos vean lo baja que puedes caer».
Katie entrecerró los ojos y clavó la mirada en Christina, que se había plantado delante de la puerta del coche, bloqueándole deliberadamente la vista del conductor. —¡Quítate de en medio, zorra! —espetó Katie, con voz aguda y la paciencia agotándose.
La voz de Christina se mantuvo firme, su postura inquebrantable. —Ni lo sueñes. ¿Cuál es tu próximo movimiento, Katie?
Las respiraciones rápidas y enfadadas delataron la creciente frustración de Katie mientras miraba a Christina con odio. —¡Tu papi es patético! —espetó, rebosante de rencor—. Escondido ahí como un cobarde, demasiado avergonzado para dar la cara. Veo que te ha dejado sola para lidiar con todo esto. Era de esperar que se largara cuando las cosas se pusieran feas.
Una indiferencia gélida se apoderó del rostro de Christina. —Borra el vídeo. Créeme, si no lo haces, ni siquiera la familia Dawson podrá protegerte de lo que se avecina.
Katie soltó una carcajada burlona, llena de sarcasmo. —Intenta intimidarme todo lo que quieras. No me dan miedo tus amenazas vacías. Este vídeo se lo enviaré directamente a mi hermano y luego lo publicaré en Internet. Estoy deseando que todo el mundo vea lo vergonzosos que sois los dos.
La arrogancia de Katie no hizo más que crecer al ver que Christina permanecía clavada en el sitio sin decir palabra, confundiendo la quietud con la rendición. «¿Te ha comido la lengua el gato? Pareces asustada. Te propongo un trato: arrástrate por este aparcamiento y grita que eres una zorra. Quizá entonces me replantee publicarlo».
«¿Por qué no lo pruebas y ves qué pasa?». Una sonrisa fría apenas se dibujó en los labios de Christina.
«¿Ah, sí?». Katie se detuvo en medio de su burla cuando la puerta del conductor se abrió de golpe. Una sonrisa maliciosa se dibujó en su rostro mientras levantaba el teléfono, buscando el ángulo perfecto para la foto: por fin iba a desenmascarar al hombre que Christina había estado ocultando detrás de la puerta del coche. Revelar su identidad sería su momento de gloria, la prueba irrefutable que su hermano necesitaba para dejar atrás a Christina de una vez por todas. Arruinar la vida de Christina…
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La reputación era lo único que le importaba ahora, y este vídeo garantizaría que todo el mundo viera lo desvergonzada que era Christina.
Sin embargo, cuando se abrió la puerta del coche, el hombre que salió tomó a Katie por sorpresa. Dominando la escena con una tranquila confianza, su presencia era inconfundible: había algo familiar en él, aunque ella no conseguía identificarlo.
Esperando encontrar a un hombre calvo y con sobrepeso, Katie se quedó desconcertada ante la realidad. En cambio, el hombre era joven, atractivo y se movía con un poder magnético.
Mientras la confusión se reflejaba en sus ojos, el hombre se volvió hacia ella. Un golpe de reconocimiento la sacudió. ¡Era Dylan! ¡Maldita sea! ¿Cómo podía ser? Por un momento, Katie se quedó clavada en el sitio, completamente perdida. ¿Cómo podía Dylan, un hombre con influencia y estatus, estar involucrado con Christina, la mujer a la que su hermano había abandonado? La lógica le fallaba. Nada de esto tenía sentido. Se preguntó si estaba viendo cosas.
Un tono gélido se deslizó en la voz de Dylan al romper el silencio. —¿Quién me acaba de acusar de ser un sugar daddy? ¿Quién amenazó con difundir esto al mundo? —Su mirada se posó en Katie, afilada e implacable.
Las palabras se secaron en la garganta de Katie, que retrocedió tambaleándose, con el teléfono temblando en la mano.
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