De Exesposa Humilde a Magnate Brillante - Capítulo 487
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Capítulo 487:
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Entonces, de la nada, Katie sintió un fuerte pinchazo en la cara. Se tambaleó, con los ojos muy abiertos. Antes de que pudiera reaccionar, otra bofetada le golpeó el otro lado de la cara. Los golpes la dejaron aturdida, con los labios temblorosos y los dientes doloridos por el impacto.
Katie se agarró la mejilla, con los ojos muy abiertos por la conmoción. «¿Cómo te atreves?», gritó. «¿Estás loca?».
«¡Más te vale rezar para que Bethel esté bien!», siseó Christina, con voz aguda y furiosa. «Porque si le pasa algo, unos cuantos golpes serán lo de menos: te haré la vida imposible». Se dio la vuelta y apretó con fuerza el botón de emergencia.
En cuestión de segundos, un equipo de enfermeras y médicos entró corriendo. Bethel fue rápidamente colocada en una camilla y se la llevaron para recibir atención urgente.
Fuera del quirófano, Katie estaba sentada en una silla, encogida, con los brazos cruzados con fuerza. Sus ojos ardían de resentimiento silencioso mientras permanecían fijos en la espalda de Christina.
Al sentir la intensa mirada, Christina se volvió lentamente. Sus ojos fríos y firmes se encontraron con los de Katie sin pestañear.
Tomada por sorpresa, Katie ocultó rápidamente el odio en su expresión y lo sustituyó por una ira apenas contenida. —¿Qué miras? —espetó—. ¡Si le pasa algo a mi abuela, será culpa tuya! ¡Nada de esto habría pasado si no la hubieras puesto en contra de Brendon y de mí!
La voz de Christina era gélida. —Tu talento para echarle la culpa a los demás nunca deja de sorprenderme. —Su mirada penetrante no vaciló. La retorcida lógica de Katie siempre había sido la misma: cuando las cosas iban mal, la culpa era siempre de otra persona. Nunca veía su propio papel en el caos. Si Katie tuviera la mitad de la sabiduría y el sentido de la responsabilidad de Bethel, la familia Dawson no se estaría ahogando en tantos problemas. Pero en toda la familia, solo Bethel tenía la fuerza y la capacidad para mantenerlo todo unido.
Una ola de tristeza invadió a Christina. Bethel, a su edad, merecía paz, no más dolor. Sin embargo, allí estaba, sacrificándose por una familia que no apreciaba sus esfuerzos.
Bethel había llegado incluso a confiarle a Christina el Grupo Dawson, con la esperanza de asegurar un futuro mejor para sus incompetentes descendientes.
—¿Qué ha pasado? ¿Por qué están operando a la abuela de repente? —La voz de Brendon resonó con dureza mientras se apresuraba hacia ellos, con el rostro marcado por el pánico y la furia.
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Antes de que Christina pudiera articular palabra, Brendon le lanzó una pregunta mordaz. —¿Cómo estás cuidando a mi abuela? ¡En cuanto apareciste, acabó así!
Su tono severo acalló los intentos de Christina por explicarse, y su boca, que se había abierto para responder, se cerró de nuevo con fuerza. Brendon ya había emitido su veredicto: nada de lo que ella dijera cambiaría su opinión.
—¡Incluso convenció a la abuela para que le entregara la casa familiar justo después de que la dieran de alta! —intervino Katie, con tono acusador. Brendon apretó la mandíbula y su furia se intensificó visiblemente—. ¿Por qué estás siempre rondando esa casa?
—Estás juzgando sin conocer toda la historia —respondió Christina con serenidad, manteniendo la compostura.
—¿Ah, sí? ¿Acaso mi abuela no resultó herida y tuvo que ser operada? ¿Acaso no es cierto que intentó dejarte la propiedad? —replicó Brendon con dureza.
Por un momento, Christina se quedó sin palabras. Sus labios esbozaron una sonrisa sutil y amarga mientras lo miraba fijamente, con la mirada llena de desdén. —Sí, Bethel fue trasladada de urgencia al quirófano después de que la empujaran —respondió con frialdad, con voz firme—. Pero no fui yo quien empujó a Bethel. Fue Katie quien la derribó. Y en cuanto a la propiedad, nunca se la pedí a Bethel.
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