De Exesposa Humilde a Magnate Brillante - Capítulo 475
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Capítulo 475:
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Dylan apretó los labios y la miró con cariño mientras dormía. Pensó en decir algo, pero finalmente se quedó callado, sin querer arriesgarse a perturbar su tranquilo descanso.
En cuanto llegó el ascensor, Dylan apartó suavemente la mirada y reprimió la emoción, sin dejar de sostenerla con firmeza.
Mientras la llevaba dentro, Dylan la miró, que de vez en cuando se acurrucaba contra él, y no pudo ocultar la tierna sonrisa que se dibujaba en sus labios. Esa sonrisa fácil suavizó todo su aspecto, dándole una calidez poco habitual y un encanto especial. Bajó la mirada hacia Christina, que dormía profundamente en sus brazos, y un pensamiento repentino cruzó su mente. Sin pensarlo, se inclinó un poco más hacia ella.
De repente, Christina abrió los ojos y se encontró con la mirada de Dylan.
Una oleada de pánico invadió a Dylan, dejándolo con la sensación de haber sido sorprendido in fraganti. En realidad, solo quería rozar su nariz con la suya, nada más, pero encontrarse con su mirada despierta lo llenó de una extraña culpa.
Sus rostros estaban tan cerca, a solo un suspiro de distancia, que cada uno podía sentir la suave exhalación del otro.
Dylan buscó las palabras, rompiendo el silencio. «Tú…».
Antes de que pudiera decir otra palabra, Christina volvió a cerrar los ojos y se acurrucó aún más contra él. Parecía medio dormida, aturdida y ajena a lo que la rodeaba, como alguien que se mueve lo justo para darse la vuelta antes de volver a quedarse dormido.
Dylan la llamó por su nombre, con voz suave y tranquilizadora: «Christina». Intentó llamarla varias veces, pero no obtuvo respuesta. Eso le dijo todo lo que necesitaba saber. Ya había vuelto a caer en un sueño profundo, totalmente ajena a su encuentro.
Exhaló lentamente cuando la tensión finalmente se disipó. Aun así, su corazón seguía latiendo con fuerza, retumbando en su pecho con una energía que no podía calmar.
Dylan dejó que su mirada se posara en el rostro tranquilo de Christina, sintiendo una suave fascinación recorrer su cuerpo. Una leve sonrisa, casi secreta, se dibujó en sus labios mientras la observaba.
Por la mañana, dentro de la habitación del hospital, las largas pestañas de Christina parpadearon antes de abrir los ojos.
Lo primero que vio fue el rostro llamativo de Dylan, con cada rasgo definido y frío, el tipo de atractivo que no dejaba nada que criticar. Se miraron a los ojos, en silencio durante un momento.
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Christina recuperó la lucidez a medida que los recuerdos de la noche anterior volvían lentamente. Recordó haberse quedado dormida en el coche, sumiéndose en un profundo descanso.
Pensando en ello, recordó haberse despertado en mitad de la noche, con el rostro de Dylan justo delante del suyo. En ese momento, lo había achacado a un sueño. Pero ahora se daba cuenta de que sus rostros habían estado realmente tan cerca y de que él la había abrazado.
Una avalancha de pensamientos se agolparon en su mente. ¿Había hecho algo extraño mientras dormía? ¿Se había inclinado hacia él por su propia voluntad?
Con cierta vacilación, Christina preguntó en voz baja: «Espero no haber hecho el ridículo anoche».
Lo único que recordaba era lo cerca que habían estado sus rostros, pero no sabía quién se había movido primero.
«No», respondió Dylan, mirándola fijamente a los ojos. «Necesito que me ayudes con los vendajes».
Esa respuesta hizo que Christina se quedara paralizada por un momento, y entonces recordó que él la había llevado de vuelta al hospital la noche anterior. Se incorporó sin demora. «Claro», respondió rápidamente.
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