De Exesposa Humilde a Magnate Brillante - Capítulo 430
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Capítulo 430:
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Christina la miró a los ojos, imperturbable. «¿De verdad crees que he venido aquí para causar problemas?», preguntó con suavidad.
Lorraine e Yvonne casi estallan de emoción. ¡Qué respuesta más estúpida! Acababa de sellar su propio destino.
Sin embargo, el rostro de Celine no reveló nada. Tras una pausa, se volvió hacia el jefe de seguridad. «Cuénteme todo», ordenó.
«Sí, señora Miller», respondió el jefe de seguridad, dando un paso adelante y relatando los hechos tal y como los había presenciado.
—Lo hizo a propósito —interrumpió Lorraine, alzando la voz—. ¿Quién lleva un adorno hortera de 1800 dólares a un banquete formal y tiene el descaro de decir «lo que cuenta es la intención»? ¡Quería insultar a los Miller!
Celine dijo con calma: «»Lo que cuenta es la intención», eso sí es cierto».
Lorraine parpadeó, confundida. —Espera… ¿quieres decir que no crees que estuviera intentando montar una escena?
—Que haya montado una escena o no dependerá de las pruebas —dijo Celine, con tono frío y sereno. Su mirada se desvió hacia la invitación arrugada que yacía cerca, en el suelo de mármol.
Sin perder la sutil indirecta, el jefe de seguridad se agachó rápidamente y la recogió.
Lorraine abrió mucho los ojos y se apresuró a hablar. —¡Celine, es solo una invitación normal! —dijo rápidamente, con un ligero tono de pánico en la voz—. Es imposible que alguien que hace un regalo tan barato sea un invitado personal de Kurt.
Lorraine dudaba que alguien que ofreciera un regalo tan insignificante de mil ochocientos dólares tuviera un estatus real. En su mente, Christina no podía ser más que otra cazafortunas, una de esas mujeres que se colaban en los banquetes de la élite con la esperanza de seducir a un hombre rico y ascender en la alta sociedad.
Celine se volvió lentamente hacia Lorraine. Su expresión se volvió gélida. —Lorraine, la familia Miller tiene reglas. Y nadie puede romperlas, especialmente por rencores personales. ¿Queda claro?
Lorraine se estremeció bajo la mirada gélida de Celine, y lo que fuera que estaba a punto de decir se le atragantó en la garganta. Una oleada de miedo la atravesó. —Sí… lo entiendo —murmuró con voz débil—. Me precipité. Lo siento. —Bajó la cabeza, tratando de ocultar la inquietud que se apoderaba de su pecho.
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Lorraine había trabajado muy duro para ganarse el favor de la familia Miller. Toda la posición social de su familia dependía de su conexión con Celine. Un paso en falso y todo podría derrumbarse. A Kurt y Robin nunca les había gustado. La única razón por la que toleraban su presencia era porque una vez había salvado a Celine. Si Celine se enfriaba…
Si Celine se enfriaba ahora, las puertas de la familia Miller se cerrarían de golpe. Y con ellas, el futuro de su familia.
Celine lanzó una mirada gélida al jefe de seguridad. Este captó el mensaje al instante, se adelantó sin decir palabra y recogió con cuidado la invitación estropeada del suelo de mármol. Sosteniéndola con reverencia con ambas manos, se la ofreció como si fuera una reliquia sagrada.
Sin importarle la suciedad que se adhería a la invitación, Celine la desplegó. En el momento en que su mirada se posó en la letra que había dentro, un destello de reconocimiento cruzó su rostro: era de Kurt. La letra era nítida, deliberada y digna, rebosante de autoridad y refinamiento. No había duda alguna.
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