De Exesposa Humilde a Magnate Brillante - Capítulo 411
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Capítulo 411:
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«Entendido. Gracias, Sr. Glyn, por seguir dándonos esta oportunidad. Lo prometemos, no volveremos a fallar», dijo Mack, esbozando una sonrisa forzada.
El humor de Moss se suavizó ligeramente. Le dio una palmada en el hombro a Mack, sonriendo. «Mientras me traigas a Christina, te trataré bien. Me aseguraré de que tu familia alcance nuevas cotas».
Animado por la promesa, Mack asintió con entusiasmo. —Quédese tranquilo, puede contar con nosotros. No le defraudaremos.
—Exactamente, señor Glyn —añadió Liza rápidamente, con un tono excesivamente entusiasta—. Se la entregaremos, cueste lo que cueste. Si tenemos que atar a esa mocosa nosotros mismos, lo haremos.
Yvonne apretó los molares con tanta fuerza que le empezó a doler la mandíbula. Deseaba apuñalar a Moss allí mismo. Pero sabía que no debía hacerlo. El poder de la familia Glyn aún les era útil. Aguantaría por ahora, pero algún día, cuando su valor se agotara, juró que Moss lo pagaría con creces.
Al ver lo cooperativa que era la familia Jones, Moss se mostró satisfecho. Justo cuando iba a abrir la boca para hablar, sonó su teléfono. Echó un vistazo a la pantalla y su rostro se torció con irritación. Era su mujer otra vez. Últimamente no había parado de llamar, como un disco rayado. Si no fuera porque había dado a luz al único heredero de la familia Glyn, y porque él mismo tenía dificultades para tener otro hijo, la habría abandonado hacía mucho tiempo.
En cuanto Moss respondió a la llamada, espetó con impaciencia: «¿Me llamas tan temprano? ¿Quieres volverme loco?».
Al otro lado se oyeron los sollozos ahogados de Alexa Glyn, la esposa de Moss. —Cariño, nuestro hijo… Él… Él…
A Moss se le hizo un nudo en el estómago. Frunció el ceño, alarmado. —¿Qué le ha pasado a Balfour?
—Está herido, gravemente herido. Está inconsciente y… —Alexa se derrumbó de nuevo, incapaz de continuar.
El pánico se apoderó de Moss. Levantó la voz con furia. —¡Basta de llorar! ¿No puedes hablar con claridad por una vez?
Asustada por su grito, Alexa contuvo los sollozos. Tras un momento de silencio, habló con un susurro tembloroso. —La herida de Balfour… Está ahí abajo. Los médicos dicen que ha perdido la fertilidad. No saben qué hacer. El linaje de los Glyn…
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—Está en peligro de extinguirse. Dicen que solo hay una esperanza: King, el sanador legendario…
Moss apretó el teléfono con tanta fuerza que se le marcaron las venas de la mano. Se puso pálido como un fantasma y apretó la mandíbula con furia. Balfour era el único heredero de la familia Glyn. Si Balfour no podía tener hijos, el linaje de los Glyn se extinguiría con él.
Los pensamientos de Moss se agitaron rápidamente. ¡King! Sí, King era su única esperanza. La reputación de King en el mundo de la medicina era inigualable. Si podían encontrar a King, tal vez, solo tal vez…
De repente, Moss recordó haber oído rumores de que King había aparecido recientemente en el Hospital Kitaso. Quizás aún había una pista allí.
—Voy al hospital ahora mismo —dijo abruptamente y colgó.
Mack, intuyendo la urgencia, preguntó con cautela: «¿Va todo bien, señor Glyn?».
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