De Exesposa Humilde a Magnate Brillante - Capítulo 410
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 410:
🍙🍙 🍙 🍙 🍙
«¡No! ¡Por supuesto que no!», gritaron Liza e Yvonne, sacudiendo la cabeza desesperadamente, con el rostro pálido por el miedo.
«¡No nos atreveríamos a engañarte, por nada del mundo!», añadió Liza rápidamente.
«¡Es Christina!», gruñó Yvonne, con la voz cargada de odio. «Nos ha traicionado. Debe de habernos drogado ella».
«Pero la vimos comer el plato con droga», dijo Liza, con el ceño fruncido por la confusión. «Nosotras ni siquiera lo tocamos».
La mente de Yvonne daba vueltas. Christina había consumido la comida envenenada delante de ellas, y sin embargo, eran ellas las que habían quedado inconscientes y habían acabado en ese lío. ¿Cómo?
Al ver la auténtica perplejidad en sus rostros, Moss comenzó a creer a regañadientes que no le habían tendido una trampa a propósito. Aun así, su furia seguía ardiendo. No le importaban esas dos. La única mujer que quería era Christina.
—¡Sois unos patéticos! —gruñó, levantándose y tirando de su ropa—. ¿Cómo habéis podido fastidiarlo tanto?
Se abrochó la camisa con movimientos rápidos y furiosos. —Dejadme que os lo deje muy claro: si no consigo a Christina, no habrá ninguna colaboración profunda entre nosotros. Como mucho, obtendréis unas migajas.
Liza e Yvonne se miraron, con el pecho agitado por la rabia. Aunque mantuvieron la boca cerrada, sus ojos brillaban con un destello de frío resentimiento, resentimiento hacia Moss. Habían sido humilladas y mancilladas, y ahora tenían que tragarse el dolor por el bien de los intereses de la familia Jones. Era casi insoportable.
—Quédese tranquilo, señor Glyn —dijo Liza apretando los dientes y esbozando una sonrisa—. Le entregaremos exactamente lo que quiere.
Los tres se vistieron rápidamente y salieron de la habitación, solo para encontrarse cara a cara con Mack, que caminaba nervioso por el pasillo.
Mack se detuvo en seco en cuanto los vio. Su rostro se puso blanco como la cera y su cuerpo se paralizó, incrédulo. Su peor temor acababa de confirmarse. Su esposa. Su hija. Ambas se habían acostado con Moss, y en su propia casa.
La sangre le hervía y la humillación lo invadió como una ola. Apretó los puños con fuerza, conteniendo a duras penas la rabia.
Encuentra más en ɴσνє𝓁α𝓼4ƒα𝓷.c♡𝓂 para seguir disfrutando
—Sr. Glyn… ¿Cómo ha podido…? —La voz de Mack se quebró, apenas capaz de articular palabra.
—¡Ja! —Moss se burló con una sonrisa amarga—. ¿Creías que esto era lo que quería? Estoy disgustado. Christina… Ella era a quien quería. ¿No lo sabías?
Lanzó una mirada furiosa al trío, entrecerrando los ojos. —Estaba empezando a creer que esto no era una trampa. ¿Pero ahora? Me estáis haciendo pensar lo contrario. —Su tono se agudizó con acusación—. ¿Qué es esto? ¿Estáis intentando tenderme una trampa?
Al oír la pregunta de Moss, Mack rompió a sudar frío. Rápidamente inclinó la cabeza, forzando un tono respetuoso. —No nos atreveríamos, señor Glyn. ¿Cómo íbamos a intentar tenderle una trampa?
Aunque su corazón hervía de amargura y humillación, Mack no se atrevió a mostrar ni una pizca de ello. Frente a Moss, no tenía más remedio que tragarse su orgullo y soportar la desgracia.
—¡Más te vale que no lo hagas! —espetó Moss, con el rostro ensombrecido por el disgusto—. Te daré una última oportunidad. ¡Envía a Christina a mi cama! Si quieres asegurarte la asociación con el Grupo Glyn, entonces tráeme a esa mujer. De lo contrario, no esperes nada más que una recompensa simbólica. Sus palabras proyectaron una sombra sombría sobre toda la familia Jones.
.
.
.