De Exesposa Humilde a Magnate Brillante - Capítulo 392
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Capítulo 392:
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Dylan descansaba en su cama del hospital, con la mirada fija en Christina, que dormía plácidamente. A su alrededor, el frío que siempre lo rodeaba se desvaneció, sustituido por una tranquila ternura, mezclada con un afecto que nunca había podido expresar con palabras. Para él, Christina tenía un brillo tranquilo, que resplandecía sin esfuerzo incluso mientras dormía, como si el simple hecho de existir fuera suficiente para iluminar la habitación.
Sin darse cuenta, los labios de Dylan se curvaron en una sonrisa suave y poco habitual, una expresión amable que rara vez aparecía en su rostro. Cualquiera que lo hubiera visto habría quedado sorprendido al verlo sonreír así.
Llegó la mañana. Dentro del hotel, Yvonne se despertó con un gemido, con todo el cuerpo dolorido.
En el momento en que abrió los ojos y vio la corpulenta figura que roncaba a su lado, una oleada de shock la dejó clavada en el sitio. Solo tardó un segundo en reconocer la repugnante cara de Moss y soltó un grito agudo.
«¡Ah!». El grito de Yvonne se hizo aún más fuerte cuando se dio cuenta de que no llevaba ropa. La furia y la vergüenza la inundaron al mismo tiempo, y comenzó a golpear y patear a Moss con todas sus fuerzas.
Moss se despertó confundido, pero antes de entender lo que estaba pasando recibió un puñetazo en el ojo. Cegado por la ira, ni siquiera miró quién lo estaba atacando y respondió con una fuerte bofetada.
Moss siseó, con palabras duras y crueles. —¡Sucia glotona! ¿De verdad crees que puedes tratarme así? ¿Quién te crees que eres para pegarme? Si no te doy una lección ahora, ¡vas a empezar a creerte que eres alguien especial!
El terror se dibujó en el rostro de Yvonne. Se agarró la cabeza con manos temblorosas y gritó mientras retrocedía a toda prisa. Las lágrimas le corrían por las mejillas, enrojecidas e hinchadas. Quería desesperadamente entender lo que había pasado. ¿No había drogado a Christina la noche anterior? Christina debería haber sido la que se despertara en esa cama, no ella. ¿Cómo había salido todo tan mal?
El miedo y la confusión se apoderaron de Yvonne hasta que perdió todo el control. Empezó a toser, luchando por respirar.
Moss, con la mano levantada para golpear de nuevo, se quedó paralizado al darse cuenta de que algo no iba bien. Esa mujer no era Christina, la mujer que le habían prometido. Yvonne ni siquiera se acercaba a la impresionante belleza de Christina.
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La expresión de Moss se volvió aún más sombría, con furia ardiendo en sus ojos. —¿Así es como hace negocios la familia Jones? Me dijeron que me enviarían a Christina y, en cambio, ¿me envías a ti? ¿Crees que puedes meter a cualquier mujer en mi cama y yo voy a aceptarlo?
Aún furioso, tiró de Yvonne por el pelo y la miró con ira. —¡Dime! ¿Qué demonios está pasando?
Yvonne nunca había sido tratada con tanta rudeza. Temblaba incontrolablemente, luchando por articular palabra. —Tú…
El miedo la paralizó tanto que, por más que lo intentaba, no podía articular una sola frase coherente.
La paciencia de Moss se agotó. —¿Qué estás murmurando? ¿Dónde está ese viejo Mack? ¡Ve a buscarlo ahora mismo! —Su voz resonó en toda la habitación.
En el interior, Yvonne estaba furiosa, con los dientes apretados por la rabia. Si hubiera tenido un cuchillo a mano, se habría abalanzado sobre Moss sin pensarlo dos veces. Sin embargo, su ira hacia Moss no era comparable al resentimiento ardiente que sentía hacia Christina. Si no fuera por Christina, no habría acabado en esa situación humillante. La culpaba de todo.
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