De Exesposa Humilde a Magnate Brillante - Capítulo 389
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 389:
🍙🍙 🍙 🍙 🍙
«Tú te lo has buscado, ahora aguántate», murmuró Christina, fría como siempre, y se dio la vuelta para marcharse. ¿Qué pasó después? Yvonne se lo había buscado. Era su propia medicina.
Si Yvonne no hubiera intentado entregarla a ese asqueroso de Moss, Christina no le habría dado la vuelta a toda la situación. Pero Yvonne lo hizo. Así que ahora estaba recibiendo exactamente lo que se merecía.
Christina apagó las luces detrás de ella, sin emoción, sin vacilar. Salió como si nada hubiera pasado. Entró tranquilamente en un ascensor, justo cuando otro se abría al otro lado del pasillo.
Moss salió con una sonrisa grasienta que dejaba ver unos dientes amarillos, como papel manchado por el paso del tiempo. Su enorme barriga se tensaba contra la camisa, bamboleándose como un globo de agua medio lleno. «¡Voy a por ti, nena!», dijo con una risa espeluznante, frotándose las manos mientras comprobaba dos veces el número de la habitación del hotel.
Empujó la puerta de la habitación, todavía sonriendo como un pervertido. En cuanto entró, un cuerpo desnudo y cálido lo envolvió antes de que tuviera tiempo de encender la luz.
«Qué calor…». Su voz era suave, entrecortada y seductora, y le provocó una oleada de sensaciones.
¿Y la mayor sorpresa? La mujer estaba completamente desnuda, con la piel desnuda apretada contra él, frotándose como si estuviera hambrienta de atención. Sus manos se deslizaron por su cuerpo flácido, lentas y provocadoras, provocando una ola de calor en su interior.
Moss se sintió inmediatamente abrumado por la lujuria. Todo su cuerpo se calentó, especialmente la parte inferior, y apenas pudo contenerse. Cerró la puerta de una patada sin encender las luces y agarró a la mujer como si no pudiera esperar ni un segundo más. —Cariño, déjame cuidar de ti —susurró con una sonrisa—. Eres muy atrevida, ¿verdad? No puedo aguantar más…
Moss soltó una carcajada grosera y se arrancó la ropa como si le fuera la vida en ello, dejando que su pesado cuerpo se derrumbara sobre ella.
Pronto, toda la habitación resonó con sus fuertes jadeos y los gemidos bajos de ella. El aire era denso, caliente, sudoroso y cargado de deseo tácito.
Mientras tanto, en el hospital, Christina acababa de entrar en el vestíbulo cuando una figura alta y imponente le llamó la atención.
Capítulos recientes disponibles en ɴσνєℓα𝓼4ƒα𝓷.ç0𝓂 con nuevas entregas
Dylan se dirigió hacia ella con paso firme, con el ceño fruncido por la preocupación. Sus largas zancadas irradiaban autoridad, cada paso decidido e inflexible.
—¿Dónde estabas? Te he llamado varias veces, pero no te encontraba —dijo Dylan, recorriendo con la mirada todo su cuerpo, comprobando que no estuviera herida. Una vez que se aseguró de que no le había pasado nada, su expresión se relajó un poco.
Después de examinar a Christina de pies a cabeza en busca de lesiones, Dylan le puso las manos firmes sobre los hombros, un gesto inapropiado que él mismo aún no había notado. Ni siquiera ahora la había soltado.
—¿Estás preocupado por mí? —Christina ladeó la cabeza y esbozó una sonrisa juguetona, con un tono intencionadamente ligero.
Dylan se tensó por un segundo y sintió que el calor le subía a las mejillas. —Sí. —Apretó los labios y apartó la mirada, incapaz de mirarla a los ojos. Aunque los ojos de ella parecían tranquilos, a él le parecían tan intensos como una llama.
—He tomado un café con alguien. Se me debe de haber apagado el móvil —dijo Christina con suavidad, manteniendo un tono despreocupado mientras soltaba una inocente mentira. La verdad era que había apagado el móvil a propósito para que nadie la molestara. Ya se imaginaba que Yvonne vendría a buscarla con malas intenciones. Efectivamente, los problemas no habían tardado en aparecer.
.
.
.