De Exesposa Humilde a Magnate Brillante - Capítulo 37
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 37:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
«No importa cómo salgan las cosas, siempre vale la pena intentarlo», dijo Chloe con una sonrisa amable. Su rostro estaba radiante, pero la debilidad de su cuerpo aún era evidente.
«Si ni siquiera King puede curarme, dudo que nadie más pueda», añadió Chloe en voz baja. King era su último hilo de esperanza. Sabía que aferrarse a las expectativas podía ser peligroso, pero dejarlo ir le parecía aún peor.
«Estarás bien. King es uno de los mejores», dijo Dylan con firmeza, como si intentara convencerla a ella y a sí mismo. King era su última esperanza. No podía imaginar qué pasaría si esa esperanza desapareciera.
Chloe se inclinó hacia delante y apoyó la barbilla en las manos. Sus ojos brillaban intensamente, llenos de curiosidad. Aunque parecía cansada y pálida, su encanto y su espíritu juvenil seguían brillando. —Me pregunto cómo será King. ¿Es hombre o mujer? ¿Es mayor o joven? Me encantaría conocer a King algún día —dijo con esperanza en los ojos. «Es una pena que no tenga talento para la medicina. Si tuviera la oportunidad de conocer a King, le rogaría que me tomara como aprendiz».
Dylan arqueó una ceja y deslizó un plato de sopa delante de ella. —Estarías perdiendo el tiempo —dijo con una sonrisa—. King no acepta aprendices. Ahora come antes de que se enfríe.
Chloe frunció la nariz, le sacó la lengua y luego se volvió emocionada hacia Christina. —¡Christina! ¡Tienes que probar esto! —dijo con tono entusiasta—. ¡Lo ha hecho Dylan y está increíble!
Christina sonrió y cogió la cuchara, cediendo a la alegre insistencia de Chloe. Solo el aroma era intenso y reconfortante, y el primer sorbo la dejó boquiabierta. El caldo era profundo y sabroso, sabroso, cocinado a fuego lento y lleno de calidez. Sabía a algo que había estado cocinándose a fuego lento durante horas, con mucho cuidado.
Parpadeó, sorprendida. Hacía años que no probaba una sopa tan buena. Si no hubiera visto a Dylan en la cocina, nunca habría creído que pudiera cocinar tan bien.
El recuerdo afloró con intensidad: fue durante un prestigioso concurso de cocina en el que ella había sido una de las jueces anónimas. ¿El plato ganador? Un plato de sopa de cebolla que le había dejado un recuerdo imborrable en el paladar. Y este sabía e , exactamente igual. No solo similar, sino idéntico, hasta en la sutil profundidad del sabor y el delicado equilibrio de las especias.
En aquel entonces, el concurso estaba envuelto en el secreto. Los concursantes competían bajo nombres en clave, con sus identidades ocultas. Nadie revelaba su rostro, ni siquiera los jueces. Todos eran un misterio, conocidos solo por los números que se les había asignado.
Sigue leyendo en ɴσνє𝓁α𝓼4ƒαɴ.ç0𝓂 con nuevas entregas
Esa era la regla del concurso: anonimato estricto. Hasta el día de hoy, nadie conoce la verdadera identidad del chef ganador ni de los jueces. Lo único seguro es que los jueces fueron cuidadosamente seleccionados por los organizadores, grandes nombres del mundo culinario, cada uno con un gran peso en la industria.
Si no recordaba mal, el ganador había competido bajo el nombre en clave de Blaine. Cuando Blaine entró en el concurso, pocos le prestaron atención. El nombre no decía nada y la presentación había sido modesta. Casi nadie apostó por Blaine, dando por hecho que sería eliminado pronto y que, desde luego, no llegaría a los tres primeros puestos.
Pero Christina había ido en contra de la opinión popular. Algo en el primer plato de Blaine le había llamado la atención, y en silencio apostó por ellos.
Para sorpresa de todos, Blaine arrasó en la competición y se alzó con el campeonato.
En aquel entonces, Christina era la juez número 6.
Por un instante, mientras Christina probaba la sopa que había preparado Dylan, un pensamiento descabellado cruzó por su mente: ¿podría ser él Blaine? Pero enseguida lo descartó. Dylan era el director del poderoso Grupo Scott. Era un magnate de los negocios, siempre en el punto de mira. Era imposible que tuviera tiempo, ni interés, para participar en un concurso de cocina secreto.
—¿Está bueno? —preguntó Chloe con entusiasmo, observando la reacción de Christina.
Christina asintió, aún saboreando el plato. —Está más que bueno. Está increíble.
Chloe sonrió radiante. —Dylan casi nunca cocina. Ni siquiera nuestra familia suele probar su comida. Sus habilidades culinarias están reservadas para su futura esposa —bromeó, lanzando una mirada juguetona a Christina—. ¡Solo puedo disfrutarla hoy porque tú estás aquí!
Luego, Chloe se inclinó hacia ella, con los ojos brillantes y traviesos. —Christina, ¿alguna vez has pensado en convertirte en mi cuñada? —dijo con una sonrisa—. ¡Imagínatelo! Dylan cocinando para ti todos los días, nuevas recetas y preparando todos tus platos favoritos. Es realmente increíble en la cocina. Sinceramente, no me importaría ser la tercera en discordia si eso significa que yo también puedo comer. Piénsalo. Es alto y guapo, cocina como un profesional y mima muchísimo a sus seres queridos. En nuestra familia, los hombres son leales hasta la médula y tratan a sus esposas como reinas».
.
.
.