De Exesposa Humilde a Magnate Brillante - Capítulo 364
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Capítulo 364:
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Para él, el amor no tenía sentido. El romance e incluso el matrimonio le parecían desvíos innecesarios. Ninguna emoción podía igualar la adrenalina de perseguir ese título legendario. Su seguridad en sí mismo era profunda. Nada podía hacer tambalear su convicción de que la grandeza era suya. Imaginaba el día en que su nombre sería pronunciado junto al de los maestros del juego.
—Apártate. Quiero comer y me estás tapando el paso —dijo Christina con brusquedad.
—¡Qué oportuno! Quería invitarte a comer. ¿Me harías el honor? —Kurt sonrió, sin inmutarse por la tensión de unos momentos antes. En su mente, si esta mujer podía controlar a su testarudo nieto, aunque fuera a base de darle una buena reprimenda, él estaba totalmente de acuerdo.
«No, gracias», respondió Christina con frialdad, sin dejar lugar a negociaciones.
Claro, admitía para sí misma que el joven que tenía delante era atractivo. Tenía la altura, el físico y el rostro para llamar la atención. Pero, a pesar de todo eso, no le llegaba ni a los talones a Dylan. Lo que realmente importaba era la persona que había detrás de la apariencia. Y cualquiera podía darse cuenta de que este no era del tipo que seguía a nadie sin luchar. A menos que alguien lograra impresionarlo, nunca se sometería.
¿Perder el tiempo con alguien así? Ni hablar…
Perder el tiempo lidiando con un niño mimado era lo último que quería Christina. Ninguna recompensa por disciplinar al hijo malcriado de otra persona podría tentarla.
Robin se irritó.
—¿Sabes siquiera quién soy? —preguntó él con dureza—. ¿Cómo te atreves a hablarle así a mi abuelo?
Pensó que tal vez solo estaba fingiendo, tratando de diferenciarse de las otras chicas privilegiadas que habían intentado desesperadamente llamar su atención.
—Me da igual tu nombre y tu familia. Si no te quitas de en medio, no te culpes de lo que pase —replicó Christina, clavándole una mirada gélida.
A pesar de haber conocido a innumerables personas a lo largo de su vida, Robin tuvo que admitir que su mirada lo había conmocionado. Nada lo había afectado tanto como el frío de sus ojos. Por un breve instante, su mirada le recordó a Dylan: intransigente, fría e imposible de ignorar.
Dylan siempre había sido el único capaz de intimidar a Robin, pero rendirse nunca había formado parte de su naturaleza. Solo Ace se había ganado realmente su respeto.
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Plantando los pies con más firmeza, Robin se mantuvo en su sitio.
—Muévanme si pueden. Veamos de qué están hechos —la provocó, desafiándola a dar el siguiente paso.
—Pequeño…
Kurt no tuvo oportunidad de terminar de reprender a su nieto. Las palabras se le atragantaron en la garganta mientras miraba con incredulidad: Christina había lanzado a Robin por encima del hombro con facilidad y lo había estrellado contra el suelo sin sudar ni una gota.
Kurt parpadeó, atónito ante la escena que tenía ante sí. Un segundo después, su sorpresa se convirtió en alegría. Estalló en aplausos y gritó:
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