De Exesposa Humilde a Magnate Brillante - Capítulo 347
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Capítulo 347:
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Sin embargo, ninguno se atrevió a quedarse mucho tiempo, solo echaron un vistazo rápido antes de retroceder. El recuerdo de cómo había tratado al último chico todavía les hacía temblar. Una herida en el ego era una cosa, pero nadie quería arriesgarse a que ella les pisoteara la entrepierna.
—Eso tiene que ser una captura de pantalla, ¿no? —tartamudeó el hombre delgado, con la voz temblorosa mientras tragaba saliva nerviosamente—. ¿Quién deja millones en su cuenta? Podría haber ganado una fortuna si hubiera invertido bien. ¿Qué clase de persona deja ocho millones en un banco sin ganar casi nada?
—Míralo tú mismo —dijo Christina con tono seco, tocando la pantalla y mostrándosela para que viera que no estaba mintiendo.
El hombre delgado parpadeó. Increíble. Esa cifra que tenía delante no era falsa, era su saldo real. Para la mayoría de la gente, reunir un millón era el esfuerzo de toda una vida. Pero ella trataba el dinero como si no fuera nada, como si ni siquiera fuera real.
Ni siquiera merecía la pena esforzarse en invertirlo. Con la misma fortuna, cualquiera se habría apresurado a invertir o a guardarlo, cualquier cosa menos dejarlo sin usar.
El hombre delgado sintió un nudo en la garganta mientras pensamientos de riqueza fácil llenaban su cabeza. Su mirada se movía nerviosamente de la cara de ella al saldo. Una oportunidad como esta no se presentaba todos los días. Hoy podría ser el día en que su suerte cambiara. Si hacía trampa para ganar y se quedaba con todo el dinero de ella, estaría listo para toda la vida.
La idea le hizo esbozar una sonrisa, con la emoción burbujeando en su interior.
—¿Por qué conformarse con una sola partida? —preguntó el hombre delgado con suavidad—. ¿Qué tal si jugamos unas cuantas más y lo hacemos realmente interesante?
Christina esbozó una sonrisa desafiante. —No me importa. Pero con una partida me basta para dejarte sin blanca.
El hombre delgado frunció los labios. Ese nivel de confianza era casi insultante.
Muchos espectadores asintieron en silencio.
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El hombre delgado soltó una risa ahogada. —Ya lo veremos.
«¿Alto o bajo?», preguntó Christina sin pestañear.
«Alto. Sin duda», replicó él.
«De acuerdo. Juguemos». Sin dudarlo, Christina cogió el cubilete y lo agitó ligeramente, con el rostro impasible.
Una pizca de triunfo brilló en la mirada del hombre delgado mientras se imaginaba ganando a lo grande. Por muy segura que pareciera, no tenía ninguna posibilidad contra sus trucos. Había amañado ambos cubiletes con precisión experta, tan sutil que nadie lo descubriría jamás. En lo que a él respectaba, su victoria ni siquiera era una opción.
¡Zas! Christina dejó caer con fuerza el cubilete sobre la mesa, con la mirada fija e imperturbable.
¡Pum! Casi al instante, el hombre delgado la imitó, dejando caer su vaso con un fuerte golpe y esbozando una sonrisa que gritaba confianza. Su mente ya estaba llena de ideas para su nueva vida: fiestas lujosas, ropa nueva, todo lo que siempre había deseado.
Ella había caído directamente en su trampa. No había forma de que pudiera ganar este juego.
Con un fuerte golpe, el hombre delgado volteó el cubilete y lanzó los dados por la mesa para que todos los vieran. Mirando a la multitud había tres seises perfectos.
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