De Exesposa Humilde a Magnate Brillante - Capítulo 339
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 339:
🍙🍙 🍙 🍙 🍙
«¡Exacto!», intervino Mack, asintiendo con total acuerdo. «Yvonne es verdaderamente digna de todo lo maravilloso que el mundo tiene para ofrecer».
«¡Mamá, papá, os quiero mucho!», exclamó Yvonne, rodeándolos con sus brazos en un cálido abrazo.
La familia saboreó ese momento de amor, mientras tramaban un plan contra Christina.
Christina regresó a la exclusiva suite VIP del hospital con un racimo de uvas y comida para ella y Dylan.
«¿Ha pasado algo mientras estabas fuera?», preguntó Dylan, frunciendo el ceño con preocupación. Christina había estado fuera bastante tiempo. La había esperado tanto que casi se había quitado el gotero para ir a buscarla. Estaba preocupado de que le hubiera pasado algo malo.
«Sí», respondió ella con una sonrisa. «Me encontré con unos viejos conocidos y acabé charlando con ellos un rato. Debes de tener mucha hambre, ¿verdad? Siento mucho haberte hecho esperar».
—No pasa nada —murmuró Dylan, las palabras salían con facilidad. Mientras ella estuviera bien, nada más importaba.
—Aquí tienes tus gachas —le dijo Christina, entregándole el cuenco y preguntándole—: ¿Quieres que te ayude a comer?
—No, gracias —respondió Dylan, ajustando rápidamente la pequeña bandeja junto a la cama—. Déjala aquí.
«De acuerdo». Después de dejar la avena, Christina comenzó a comer su propia comida con evidente disfrute.
Al principio, Dylan no tenía mucho apetito. Pero verla comer con tanto gusto le hizo sentir más hambre cuanto más la observaba. En poco tiempo, le volvió el apetito.
Una vez que ambos terminaron de comer y recogieron, Christina lavó las uvas y se las llevó a Dylan. —He comprado unas uvas. ¿Quieres probarlas?
Dylan no se negó. Cogió una uva y la probó. «Está dulce», comentó, y luego cogió otra y se la ofreció. «Toma, prueba».
Esperaba que ella le quitara la uva de la mano. En cambio, ella se inclinó hacia él y le quitó la uva con los labios.
Dylan se quedó desconcertado. En cuanto los suaves labios de Christina entraron en contacto con sus dedos, fue como si le hubieran conectado a un cable con corriente. Todo su cuerpo se iluminó, zumbando, hormigueando, completamente desorientado. Se le bloqueó la columna vertebral. Se le entumecieron los dedos. Ya no sentía que nada le perteneciera, ni sus brazos ni sus piernas. Se quedó allí sentado, completamente paralizado. Su corazón latía a toda velocidad, golpeando contra su pecho como si quisiera salir disparado y dar vueltas por la habitación.
Historias exclusivas en ɴσνєʟα𝓼4ƒαɴ.ç𝓸𝗺 que te atrapará
«¡Mmm! Joder, qué bueno». Los ojos de Christina brillaban mientras se lamía los labios, completamente ajena a la tormenta que acababa de desatar dentro de Dylan.
«Es el tipo de dulzor perfecto».
Dylan volvió a centrarse en el presente, encerrando todos sus pensamientos salvajes en una caja mental. Se obligó a mantener una expresión neutra, como si no acabara de sufrir un cortocircuito por el contacto de los labios de ella.
—Toma, abre la boca. —Christina cogió una uva, la puso delante de su cara y abrió la boca como si estuviera dando de comer a un niño pequeño.
—Vamos. Di «ááá» —bromeó con una sonrisa.
.
.
.