De Exesposa Humilde a Magnate Brillante - Capítulo 336
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Capítulo 336:
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«¡NO!», gruñó Yvonne.
«¡No te arrodilles ante ella! ¿Quién coño se cree que es?».
Las lágrimas corrían por el rostro de Liza, pero sus manos permanecieron tranquilas mientras separaba los dedos de Yvonne de su brazo.
«Está bien», dijo en un susurro tembloroso, con la voz empapada de falso dolor.
«Christina, si esto es lo que tengo que hacer para que vuelvas y para que te hagas cargo de la empresa… entonces lo haré».
Liza se arrodilló lentamente, exagerando el drama como si estuviera en una obra de teatro. Esperaba que Christina la detuviera, que se ablandara en el último momento.
Pero Christina no se movió. Se quedó allí, con los brazos cruzados, mirándola con una expresión que decía:
«¿Ya has terminado?».
«¡Mamá, para!», gritó Yvonne, tirando de su madre como si le doliera verla así.
«¡No puedes arrodillarte ante esta… esta serpiente!».
Yvonne se aferró con fuerza a Liza, como si Christina fuera a atacarla. Su voz se quebró de rabia mientras miraba a Christina.
«¡Christina! Hacer arrodillarse a tu propia madre… ¡Has cruzado la línea! ¡Eres una traidora, un monstruo desagradecido!».
Christina miró fríamente a Liza e Yvonne, ambas aún perdidas en su dramática pequeña actuación. Una sonrisa afilada y gélida se dibujó en sus labios mientras miraba fijamente a Yvonne.
—Esa mujer es tu madre, no la mía.
La voz de Liza temblaba con falsa emoción cuando dijo:
«Yvonne, no te preocupes por mí. Haré lo que sea con tal de apaciguar a tu hermana».
Mientras Liza hablaba, hizo un gran alarde de intentar empujar a Yvonne, luchando dramáticamente como si estuviera a punto de caer de rodillas.
Christina observaba su exagerada actuación con expresión aburrida. Si tanto querían arrodillarse, podían hacerlo sin más, sin necesidad de tirones y empujones falsos. ¿De verdad creían que era tan tonta como para tragarse un numerito tan cutre?
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—Mamá, ¿por qué haces esto? —lloró Yvonne con voz temblorosa.
—Es la única forma de que tu hermana nos perdone. No tengo otra opción —dijo Liza, manteniendo la farsa mientras limpiaba suavemente las lágrimas de Yvonne.
—¿Ya terminaron? —espetó Christina, interrumpiendo el drama con su voz aguda. No esperó respuesta—.
«Si ya han terminado, muévanse. Quítense de en medio».
Luego Christina las empujó para pasar.
«Por el amor de Dios, ahórrenme sus payasadas. Son unas actrices pésimas».
Sin siquiera mirar atrás, Christina se alejó con paso firme y tranquilo.
«¡Christina! ¡Zorra desagradecida! ¡El karma te va a castigar!», gritó Yvonne, con la voz quebrada por la rabia.
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