De Exesposa Humilde a Magnate Brillante - Capítulo 318
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Capítulo 318:
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Ralphy se sentó en el sofá y dejó de lado su actitud juguetona habitual. La preocupación se apoderó de su rostro cuando preguntó: «¿Has averiguado quién está detrás del ataque?».
«No». Dylan negó con la cabeza, saboreando el agua que le había servido Christina. Por alguna razón, le sabía excepcionalmente dulce, igual que ella.
«Si alguna vez averiguo quién te persigue, me aseguraré de que lo lamente», dijo Ralphy, con la mandíbula apretada por la ira.
La voz de Dylan se mantuvo firme, pero no había duda de la autoridad que había detrás. —Deberías llevar a Chloe de vuelta a Dorfield primero.
—¡Ni hablar! —respondió Ralphy al instante—. No puedo dejarte aquí solo. Chloe puede volver si quiere, pero yo me quedo aquí contigo.
Su amistad de un año era muy profunda, y abandonar a Dylan cuando el peligro acechaba no era una opción para Ralphy.
Una chispa de determinación brilló en los ojos de Christina. Se volvió hacia Ralphy y le dijo: —Eso no es cierto. Dylan no estará solo. Yo me quedaré a su lado. Chloe te necesita más que nosotros.
«¿Qué?», preguntó Ralphy con cara de sorpresa. «¿Te vas a quedar aquí? Ni hablar. No debemos meterte en este lío».
Christina no se inmutó. —No tengo miedo —dijo con su tono firme de siempre.
«Crees que puedes manejar esto, pero no te das cuenta de lo peligroso que se va a poner», comentó Ralphy, bajando la voz. «El campo de tiro y el hipódromo son tu territorio, pero esto es un campo de batalla».
—He tomado una decisión y Dylan ya ha dado su consentimiento —respondió Christina.
La frustración de Ralphy se desbordó cuando se volvió hacia Dylan. —¿De verdad has aceptado esto? ¿Cómo has podido dejarla quedarse? Sabes que ella es…
Ralphy quería recordarle a Dylan que Christina era Skybreaker. Era una leyenda tanto en la pista como con un rifle, destinada a cosas aún más grandes. Un talento prometedor como ella debía seguir destacando en su campo, no verse envuelta en este juego peligroso. Un solo error podría costarle la vida y, si eso ocurría, tanto el campo de tiro como el hipódromo perderían a un genio excepcional. Aunque Ralphy no dijo nada sobre sus preocupaciones, el miedo no lo abandonaba y le pesaba mucho en la mente.
Una sombra de preocupación cruzó el rostro de Ralphy. ¿Había perdido Dylan el juicio después de recibir un disparo?
Perpleja, Christina preguntó: «¿Sabes que soy qué?». Su mirada rebotó entre Ralphy y Dylan.
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Después de echar un vistazo a la expresión gélida de Dylan, Ralphy eligió rápidamente sus palabras y mintió. —Solo quiero decir que tú no tienes nada que ver con esto, y no es justo arrastrarte a este caos y exponerte a las tácticas turbias de la despiadada competencia empresarial.
Ralphy exhaló en silencio. Casi había dejado escapar algo que no debía, pero logró tragarse las palabras justo a tiempo.
Con una pequeña risa, Christina lo descartó. «No es que me hayan metido en esta situación. Yo decidí quedarme. Dylan intentó convencerme de que no lo hiciera, pero no cedí». Una vez que tomaba una decisión, nada podía hacerla cambiar de opinión. Hacía lo mismo con los finales: cuando decidía alejarse de una relación, nunca miraba atrás.
«¿Seguro que no quieres reconsiderarlo? No es seguro quedarse. Lo digo muy en serio». Ralphy habló con el ceño fruncido.
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