De Exesposa Humilde a Magnate Brillante - Capítulo 305
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 305:
🍙🍙 🍙 🍙 🍙
Brendon salió de la oficina de Pamela con Katie a cuestas y se apresuró a salir a la luz del sol. Se separaron, cada uno registrando un rincón diferente, solo para reunirse en el estacionamiento, con las manos vacías y frustrados. Por más que buscaban, King no aparecía por ningún lado.
Una ola de frustración invadió a Brendon al recordar la constante batalla de Yolanda contra su enfermedad; el pecho se le estrechó por la preocupación.
—Brendon, solo sabemos que King podría ser un joven, pero no tenemos ni idea de cómo es. ¿Cómo vamos a reconocerlo entre tanta gente? —Katie frunció aún más el ceño. Durante toda la búsqueda, no había visto a nadie que se pareciera al aire misterioso que esperaban encontrar en King.
—Nadie sabe realmente cómo es King. Siempre oculta su rostro. Quizás tengamos que confiar en nuestro instinto, o esperar que el destino sonría a Yolanda y sea ella la próxima persona a la que King ayude. Encogiéndose de hombros en señal de derrota, Brendon exhaló. Tanto si confiaban en su instinto durante la búsqueda como si ponían sus esperanzas en que King se ofreciera voluntariamente a tratar a Yolanda, ninguna de las dos opciones parecía conducir a ninguna parte.
—¿No ayudó King a alguien en el hospital Kitaso? Quizá esta vez la suerte le sonría a Yolanda —dijo Katie animándose.
Brendon se encogió de hombros. —¡Es tan frustrante! Por fin teníamos una pista, pero llegamos demasiado tarde. ¿Quién sabe cuándo volveremos a saber algo de King?
—No te rindas. Si seguimos intentándolo, algo saldrá. Encontraremos la manera de salvar a Yolanda. —Intentando mantener el ánimo, Katie le puso una mano tranquilizadora en el brazo.
—Espero que tengas razón —respondió Brendon con un gesto de cansancio.
Katie dudó y miró hacia la entrada del hospital. —¿Y ahora qué? ¿Volvemos a Dorfield?
—Sí. King no aparece por ninguna parte y Yolanda sigue en el hospital de Dorfield. No puedo quitarme de la cabeza la preocupación de que pueda tener otro episodio. Brendon miró hacia la carretera. Hasta ahora, ningún médico había podido explicar la enfermedad de Yolanda. El origen de su sufrimiento seguía siendo un misterio, desconcertante incluso para los expertos. Los episodios se producían sin previo aviso, a veces seguidos, otras separados por meses. No había ningún patrón.
Justo cuando se disponían a marcharse, una voz sorprendida resonó a sus espaldas. —¡Eh! ¿Qué hacéis aquí vosotros dos?
Ni Brendon ni Katie reconocieron la voz al principio. Ambos se volvieron y vieron a Yvonne de pie a pocos pasos de ellos.
Encuentra más en ɴσνєʟα𝓼4ƒ𝒶𝓷.ç𝓸m antes que nadie
Una sombra de irritación cruzó el rostro de Katie. De todas las personas, ¿por qué tenía que aparecer ahora la hermana de Christina? No le gustaba nadie relacionado con Christina.
—¿Estáis aquí buscando a Christina? —preguntó Yvonne con cautela.
Katie puso los ojos en blanco, con voz cargada de sarcasmo. —Como si fuéramos a perder el tiempo con Christina.
La sospecha se reflejó en los ojos de Yvonne. —¿Ha pasado algo? ¿Christina y tú habéis tenido una discusión? —insistió, buscando respuestas en Brendon.
—No —respondió Brendon con indiferencia.
Una sonrisa burlona se dibujó en los labios de Katie. —¿No te lo ha dicho? La hemos echado de nuestra familia. Brendon se ha divorciado de ella.
La sorpresa hizo que Yvonne abriera mucho los ojos, pero una pizca de satisfacción se escondía justo debajo de la superficie. Sus emociones se agitaron, provocándole una tos seca. Por dentro, se regocijaba al pensar que Brendon había dejado a Christina. Ja, ja… Katie malinterpretó la tos, pensando que Yvonne estaba desconsolada. Una sonrisa de satisfacción apareció en su rostro. —Supongo que Christina nunca te consideró parte de la familia. Algo tan importante y ni siquiera se molestó en decírtelo.
.
.
.