De Exesposa Humilde a Magnate Brillante - Capítulo 281
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Capítulo 281:
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Freddie asintió lentamente, dándole vueltas al asunto. —Tendré que pensarlo.
Mientras tanto, Christina ya había conseguido hablar con Calvin. Su voz era seca y directa cuando él contestó. —Dr. Emmett, soy Christina.
La seriedad de su tono puso a Calvin en alerta al instante. —¿Qué ha pasado? Cuénteme todo.
—Necesito que vayas al hospital y esperes a la señorita Hubbard. Cuando llegue, quiero que le cosas tú personalmente la herida —dijo Christina, con palabras rápidas y concisas.
—No hay problema —asintió Calvin, aunque una pizca de confusión se dibujó en su rostro. ¿Por qué actuaba como si se tratara de una situación de vida o muerte?
Su voz se suavizó un poco.
—Y… si no es mucha molestia, ¿podrías usar un poco de tu ungüento especial para cicatrices después? Calvin casi le preguntó por qué era tan educada con el ungüento; al fin y al cabo, era ella quien se lo había dado. Se dio cuenta de ello una fracción de segundo antes de hablar. Ella nunca olvidaría algo así. Si lo estaba expresando de esa manera, alguien debía estar escuchando.
Esa era la razón de su petición tan formal y excesivamente educada.
Siguiendo su juego, Calvin suspiró dramáticamente. —Christina, ya sabes lo raro que es ese ungüento, apenas me lo uso. Me lo estás poniendo muy difícil.
Christina contuvo la risa, frunciendo los labios con fingida irritación. Su actuación dramática provocó una oleada de ansiedad entre el grupo. Con todos los ojos fijos en ella, el aire se cargó de suspense mientras todos se esforzaban por captar cualquier pista de la silenciosa llamada telefónica. ¿Calvin le estaba negando el preciado ungüento? ¿O se había negado rotundamente a ayudarla?
Como Christina no había puesto el altavoz, solo llegaban fragmentos dispersos a los ansiosos espectadores, y nadie podía reconstruir la conversación completa. La incertidumbre los carcomía. El solo nombre de Calvin imponía un respeto que pocos podían ignorar. No era un médico cualquiera, sino un especialista de talla mundial que habitualmente rechazaba las peticiones de las familias más influyentes de la ciudad. Ni siquiera las personas con un poder y unas conexiones inmensos podían asegurarse su ayuda. ¿Cómo era posible que Christina lo hubiera conseguido? Sin embargo, allí estaba, insistiendo con calma a Calvin no solo para que la ayudara, sino para que esperara en el hospital como si fuera un médico de guardia más. La idea era casi ridícula. Con alguien de la talla de Calvin, era natural que se mostrara un poco reacio.
Vanessa, convencida de que la petición de Christina ya había fracasado, jugueteaba con las manos, retorciéndose los dedos con tanta fuerza que se le pusieron blancos los nudillos. Pero se mordió la lengua, aterrorizada de que, si soltaba una sola palabra y ofendía a Calvin, la familia Hubbard perdería su única oportunidad de salvar a Eloise, quizá para siempre.
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—Dr. Emmett, se lo ruego, ¡por favor, ayude a la señorita Hubbard! La familia Hubbard siempre ha defendido la integridad. Realmente merecen su ayuda. Christina mantenía el ceño fruncido en una impecable muestra de desesperación, con los labios apretados como si estuviera conteniendo las lágrimas. En realidad, se moría de ganas de reír, reprimiendo su diversión con tanta fuerza que casi le dolía.
Calvin, por su parte, alargó las cosas con una pausa deliberada, actuando como si estuviera sopesando sinceramente la decisión.
Por parte de Christina, la tensión en el aire era casi palpable. Todos los ojos estaban fijos en su expresión aparentemente tensa, buscando cualquier indicio de esperanza. El pesado silencio al otro lado de la línea no hacía más que aumentar su ansiedad, convirtiendo su expectación en agonía. ¿Sería Christina capaz de convencer a Calvin para que la ayudara? La incertidumbre se apoderó de la habitación, densa y sofocante, impidiendo incluso respirar.
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