De Exesposa Humilde a Magnate Brillante - Capítulo 247
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Capítulo 247:
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Por fin en casa, por fin querida, Eloise se permitió albergar la esperanza de que, tal vez, solo tal vez, podría tener una amiga de verdad por primera vez. La auténtica felicidad brillaba en sus ojos mientras se recogía la falda y se apresuraba hacia Christina.
Aunque Christina estaba medio oculta en las sombras, Eloise la vio al instante, atraída hacia ella como una polilla hacia la luz de una linterna.
Para Eloise, Christina era simplemente radiante.
—¡Ah! —chilló Thea cuando el vino se derramó por el borde de su copa, y las gotas casi salpicaron su impoluto vestido blanco. Si no hubiera agarrado la copa con fuerza, se habría estrellado contra el suelo y el vino se habría derramado por todas partes.
«¿No puedes mirar por dónde vas?», espetó Thea, lanzando una mirada venenosa a Eloise.
Katie miró a Eloise con su vestido rosa de princesa, y su envidia se intensificó al contemplar la delicada belleza de muñeca y los ojos grandes y luminosos de Eloise. Sin embargo, ese vestido era exactamente el tipo de traje anticuado que ella no se había puesto en años.
Katie se burló para sus adentros. «Qué hortera». Su rostro se contorsionó con disgusto. «¿Quién ha dejado entrar a esta paleta en la fiesta de la familia Hubbard? ¿Tan pobre es esta mujer que tiene que sacar del armario vestidos antiguos heredados? ¿Es otra Christina, alguien desesperada por colarse en la alta sociedad?».
Incapaz de hablar, Eloise levantó las manos temblorosas e hizo un gesto con la boca, con la culpa escrita en el rostro. —Lo siento, ha sido culpa mía. No miraba por dónde iba.
Eloise captó al instante el desprecio que brillaba en los ojos de Katie y Thea, una mirada que conocía demasiado bien, la de las personas que habían pisoteado su confianza durante años. Años de acoso implacable le habían dejado un instinto profundamente arraigado de retroceder, y ahora se encontraba temblando, con todos los músculos tensos por el miedo.
Thea se fijó en que el vestido de princesa que llevaba Eloise era una reliquia de años atrás, lo que la identificó al instante como alguien que podría haberse colado.
—¡Habla si tienes algo que decir! ¿Qué significan esos gestos con las manos? —ladró Thea, con irritación en los ojos—. ¿No sabes pedir perdón como es debido?
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Katie se inclinó hacia delante con una sonrisa burlona. —Oh, ¿no te has dado cuenta? No puede hablar. Al oír eso, Thea lo comprendió y sus labios se curvaron en una mueca de desprecio.
Eloise se estremeció y sus hombros temblaron mientras se apartaba instintivamente. El desprecio en los rostros de Thea y Katie la hizo retroceder a todos aquellos años en los que había sido acorralada y burlada por matones despiadados. Imágenes de caras burlonas pasaron por su mente: lobos rodeándola, listos para destrozarla con sus palabras.
«¡Así que es muda!», —Qué desperdicio. Toda esa belleza y ni una palabra que la demuestre —señaló Thea, con voz cargada de desprecio. Por un instante, la envidia de Thea se hizo evidente. Por muy anticuado que fuera el vestido, Eloise lo llevaba con una elegancia natural.
Katie resopló, con tono despectivo.
La sonrisa de Thea se convirtió en una mueca de diversión. —Probablemente se lo ha ganado a pulso. Ese vestido parece que ha pasado por una docena de manos. Qué asco.
Katie soltó una risita, con los ojos brillantes de malicia. —Sinceramente, es asqueroso y barato. Qué zorra.
Eloise se quedó paralizada, aterrorizada, con un sudor frío recorriéndole la espalda. Le temblaban tanto las piernas que casi se derrumba. Las caras lascivas de los matones de su infancia pasaron por su mente, todas deformadas por la crueldad.
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