De Exesposa Humilde a Magnate Brillante - Capítulo 245
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Capítulo 245:
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Christina se deslizó en el amplio salón de banquetes, donde grupos de invitados elegantemente vestidos se reunían bajo brillantes candelabros, cada uno de ellos haciendo girar el vino en delicadas copas de cristal. Le entregó su copa vacía a un camarero que pasaba, cogiendo con destreza una copa recién llena de vino tinto antes de deslizarse hacia un rincón apartado.
Al principio, el evento le había parecido aburrido, otra reunión vacía de gente de la alta sociedad. Pero el misterio persistente del veneno que estaba consumiendo la salud de Eloise le había añadido un toque de fascinación que no sentía desde hacía mucho tiempo. Una sonrisa astuta se dibujó en sus labios mientras giraba distraídamente el tallo de su copa, con los dedos ansiosos por un desafío. Hacía demasiado tiempo que no se enfrentaba a un caso de envenenamiento real, y la perspectiva de volver a sumergirse en los antídotos le hacía sentir una emoción que le recorría las venas.
Escondida en las sombras, Christina dejó que su mirada se perdiera perezosamente entre el mar de invitados resplandecientes, catalogando mentalmente los posibles antídotos que podría necesitar dependiendo de la gravedad del envenenamiento.
Mientras tanto, en el centro de la fiesta, Katie sostenía su copa de vino en alto, esbozando lo que creía que era una sonrisa irresistible. Escudriñaba entre la multitud en busca de rostros influyentes, lista para abalanzarse sobre cualquiera que irradiara riqueza o poder, con la esperanza de forjar conexiones que finalmente pudieran inclinar la balanza de la fortuna a su favor.
Sin embargo, cada vez que se acercaba a alguien prometedor, captaba un destello fugaz de incomodidad en sus ojos. Sus reacciones le resultaban extrañamente familiares. Con un destello de timidez, estudió discretamente su propio reflejo en una ventana cercana y luego observó cómo, uno tras otro, la gente se pellizcaba sutilmente la nariz cuando se acercaba.
Katie creía que los demás se apartaban de ella por su olor. Había pasado días frotándose hasta dejar la piel en carne viva, rociándose con perfumes caros, desesperada por borrar cualquier rastro de aquella vieja humillación. ¿Cómo podían seguir oliendo algo? Tenía que ser por los titulares. Habían visto las noticias, habían reconocido su rostro y habían decidido que debía de ser repugnante.
Aun así, la incertidumbre la carcomía. Levantó discretamente la muñeca e inhaló. Lo único que olía era un ligero perfume floral, sin rastro de nada desagradable. ¡Eran realmente repugnantes! Hiría por dentro, apretando los dientes con tanta fuerza contra la copa de vino que dejó marcas en el cristal. ¡Cómo se atrevían a menospreciarla!
Katie memorizó cada una de las caras burlonas y juró en silencio que, cuando por fin se convirtiera en la esposa de Elliott, haría que todos se arrepintieran. La idea de quién había orquestado su humillación no hacía más que avivar su rabia. ¡Qué despreciable! Hasta ahora no había descubierto nada, pero si alguna vez descubría la verdad, se aseguraría de que el cerebro pagara por ello con creces.
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Katie recorrió con la mirada el bullicioso salón de banquetes y rápidamente divisó a Thea, que se encontraba cerca del borde de la multitud, aislada y taciturna.
Sin dudarlo, se dirigió hacia ella. —Thea —la llamó en voz baja.
Thea le lanzó una mirada fulminante. —¿Qué quieres? ¿Has venido a burlarte de mí con los demás?
—Por supuesto que no. Nunca me burlaría de ti —dijo Katie esbozando una sonrisa forzada.
Los labios de Thea se curvaron con desdén, pero sus ojos ardían con algo más oscuro. —Si alguna vez descubro quién me tendió la trampa, lo pagará. No les dejaré salir impunes». Bajando la voz, Katie se inclinó hacia ella. «¿Aún no has encontrado ninguna pista?».
Thea negó con la cabeza, apretando la mandíbula. «Nada. Mi padre no me deja investigar, pero no voy a dejarlo. No me importa lo que diga, voy a llegar hasta el fondo».
Katie frunció aún más el ceño. Ni siquiera Thea, con todos sus contactos, había conseguido nada.
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