De Exesposa Humilde a Magnate Brillante - Capítulo 236
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Capítulo 236:
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Inclinándose, le susurró algo casi inaudible al oído del jefe de seguridad.
El rostro del jefe de seguridad traicionó un sutil cambio: un destello casi imperceptible de sorpresa brilló en sus ojos antes de que lo ocultara con una expresión tranquila y profesional.
Con deliberado respeto, el jefe de seguridad le devolvió la invitación a Christina con ambas manos. «Verificación completada. Por favor, guarde su invitación en un lugar seguro».
El jefe de seguridad se sorprendió al saber que Christina había sido invitada personalmente por el propio Elliott. Sin embargo, había llegado en un discreto sedán negro, notablemente sobrio. Afortunadamente, el personal de seguridad de Cloudcrest Heights estaba rigurosamente entrenado para mirar más allá de las apariencias. De lo contrario, podrían haber ofendido sin saberlo a un VIP.
«Gracias», dijo Christina en voz baja, con una sonrisa tranquila y cómplice mientras recuperaba su invitación.
Los Dawson y los Mitchell se quedaron paralizados, tratando de comprender el inesperado giro de los acontecimientos.
Katie fue la primera en protestar en voz alta. «¡No puede ser! ¡Esa invitación no puede ser real! ¡Debe haber algún error en la verificación!».
Joselyn, igualmente incrédula pero reacia a enfrentarse a los guardias, sugirió tímidamente: «¿Podría haber fallado el sistema? Quizás valga la pena volver a comprobarlo».
«¡Mira el coche cutre que conduce! ¿Cómo es posible que esté en la lista de invitados? ¡Tiene que ser un error!», rugió Finnegan.
Sheila intervino: «Por favor, compruébalas otra vez, tiene que haber algún error. ¡Su invitación no puede ser real!».
Brendon se quedó clavado en el sitio, completamente atónito, como si el tiempo se hubiera detenido a su alrededor. Una fuerte opresión le agarró la garganta, ahogándolo con una presión seca e incómoda que se negaba a desaparecer. Christina tenía una invitación auténtica, una de verdad.
Por un instante, Brendon pensó que el proceso de verificación podría haber fallado. Pero entonces, los recuerdos le golpearon como un mazazo: Elliott había defendido a Christina una vez.
En aquel momento, Brendon lo había achacado a la malicia. Pensó que Elliott solo defendía a Christina para fastidiarle. Nunca se le ocurrió que Elliott pudiera sentir algo por ella. Pero ahora parecía que Elliott podría estar realmente enamorado de ella.
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La mirada de Brendon se desvió hacia Christina, que estaba sentada tranquilamente, con una leve sonrisa de confianza en los labios que solo aumentaba su confusión. ¿Qué tenía ella? ¿Qué tipo de atractivo tenía para atraer a alguien como Elliott, el cabeza de la familia Hubbard?
—¡Esto tiene que ser una broma! —exclamó Katie, acercándose al jefe de seguridad—. Comprueba la invitación otra vez. No puede ser real. Si entra y monta un escándalo, ninguno de vosotros podrá arreglarlo.
Su furia ardía con tanta intensidad que no se dio cuenta hasta que se hizo un silencio repentino y opresivo, cargado con el peso combinado de las miradas de desaprobación de todos los presentes. Un escalofrío le recorrió la espalda, agudo e implacable.
—¿Se atreve a juzgar la validez de una invitación mejor que nosotros? —La voz del jefe de seguridad cortó la tensión como el hielo, y su mirada penetrante barrió a Katie y a su equipo como una gélida ráfaga invernal, cargada de una autoridad incuestionable.
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