De Exesposa Humilde a Magnate Brillante - Capítulo 232
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 232:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
«No digas que no te lo he advertido», replicó Brendon, con cada palabra rebosante de amenaza. «Si te denuncio a seguridad por causar disturbios, más te vale prepararte. Sin una invitación o autorización oficial, te tratarán como a cualquier otro intruso. Pasar una noche entre rejas será el menor de tus problemas». Su amenaza era una táctica calculada para quebrantar su determinación y salvar la dignidad maltrecha de las familias Dawson y Mitchell.
Imperturbable, Christina arqueó una ceja. «¿Quién ha dicho que no tengo invitación?».
La risa de Katie estaba cargada de burla. —¿Esperas que nos lo creamos? Demuéstralo, entonces.
—Probablemente sea una falsificación —murmuró Finnegan.
—Exacto —espetó Sheila con veneno—. Está desesperada por colarse con una invitación falsa, engañándose a sí misma de que está en la lista de invitados. Pero por mucho que lo intente, la basura como ella nunca brillará como el oro.
Los ojos de Joselyn brillaron con cruel anticipación mientras la desafiaba: —Si realmente tienes una invitación, enséñala.
Joselyn tenía toda la intención de ponérselas difíciles a Christina. Si la invitación resultaba ser falsa, la expulsión sería rápida y despiadada. Si era auténtica, mejor aún: podrían arrebatársela antes de que pusiera un pie dentro. Perder una invitación tan preciada sería un insulto para los Hubbard, y una vez que Christina se hubiera ganado su ira, los Dawson y los Mitchell no necesitarían acabar con ella. Había muchos aduladores ansiosos por hacer el trabajo.
—¿Por qué debería revelarte mi invitación? —se burló Christina—. ¿Por qué no me enseñas la tuya primero, para que vea si es auténtica?
La risa de Katie rompió bruscamente la tensión, llena de acusación. —La única razón por la que te niegas a enseñarla es porque es falsa.
Finnegan perdió la paciencia. —Basta ya de tonterías. Está mintiendo, llama a seguridad.
Brendon, aferrándose a los últimos restos de compostura, intentó calmar el conflicto creciente, aunque no creía ni por un segundo que Christina tuviera realmente una invitación auténtica. —Pide perdón ahora y podrás marcharte sin más problemas —dijo, con voz cargada de renuencia.
—En tus fantasías —replicó Christina, con tono gélido y resuelto.
«Nunca me disculparé ante ninguno de ustedes».
Sigue leyendo en ɴσνєʟα𝓼4ƒ𝒶𝓷.ç0𝓂 antes que nadie
Brendon apretó la mandíbula y sintió cómo la furia le subía como una marea. No podía entenderlo: le estaba dando una salida. Una muestra de clemencia. ¿Y ella se atrevía a escupírselo en la cara? «¡Tú!». Dio un paso adelante con los ojos en llamas. «¿Por qué no puedes ceder por una vez? ¿Por qué te cuesta tanto decir que lo sientes?».
Un dolor amargo brotó en el pecho de Christina, y soltó una risa fría y burlona que temblaba con años de dolor reprimido. ¿No se había inclinado ya lo suficiente? ¿No había tragado ya su orgullo y pedido perdón antes? ¿No había atenuado su agudeza y ocultado su brillantez durante los últimos tres años?
Durante tres largos años como esposa de Brendon, había sofocado cada chispa, enterrado cada pizca de dignidad, cediendo sin descanso para encajar en su molde. ¿Y cuál había sido su recompensa? Nada más que su desprecio incesante, sus sacrificios dados por sentados, su valor menospreciado. Luego, como golpe final y más cruel, Brendon le había arrojado sin piedad los papeles del divorcio en su aniversario de boda, considerándola nada más que basura que había que desechar. Ahora que por fin había destrozado esa jaula dorada, ¿quiénes eran ellos para exigirle que se arrodillara y suplicara? Nunca más. Nunca volvería a permitir que la pisotearan, ni ahora ni nunca.
.
.
.