De Exesposa Humilde a Magnate Brillante - Capítulo 201
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Capítulo 201:
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«Por mí no hay problema. Los arañazos se arreglan fácilmente», respondió Chloe, con total sinceridad.
Durante un instante, Christina miró el pequeño coche con una sonrisa irónica. «Las apariencias engañan. Apuesto a que un pequeño arañazo costaría una fortuna reparar en este cacharro».
«Cualquiera que lo raye tendrá que pagar un alto precio. Los materiales y la pintura son hechos a medida y cuestan mucho más de lo que la mayoría de las familias pueden permitirse», dijo Chloe, señalando la parte trasera del coche. «Una vez alguien lo rayó a propósito y pagó muy caro por ello. Después de eso, puse una pegatina de advertencia en el parachoques trasero. Si alguien la ignora, se merece lo que le pase».
Christina se rió, dio la vuelta y encontró la pegatina exactamente donde Chloe le había dicho.
El mensaje en negrita decía: «Si lo rayas, lo pagarás caro. No te acerques». Antes de marcharse, Christina le dijo a Chloe que descansara y le prometió que volvería pronto para pasar más tiempo juntas.
Christina se puso en marcha, sin imaginar que su divertida conversación con Chloe se convertiría tan rápidamente en realidad.
Al principio, Christina conducía con tranquilidad, manteniendo las manos firmes sobre el volante, hasta que un sedán blanco se metió de repente en su carril, casi rozándola. Y no fue solo una vez, sino varias. Para no arriesgarse a que el coche de Chloe sufriera ni el más mínimo arañazo, Christina esquivó cada maniobra y frenó con nervios de acero. Sin embargo, cada vez que intentaba adelantarse, el otro vehículo se lanzaba tras ella, bloqueándole el paso una vez más. Cada intento de evitar problemas parecía provocar al sedán blanco, cuyo conductor se volvía más atrevido, sintiendo su cautela y poniendo a prueba sus límites.
A la sexta vez que Christina se vio obligada a desviarse de su camino, una determinación férrea se apoderó de sus ojos. Apretó el volante con fuerza y con determinación. Cansada de que jugaran con ella, decidió tomar el control. Si esos idiotas querían pelea, se la daría.
Sin previo aviso, el sedán blanco volvió a cruzar las líneas bruscamente, forzando otro enfrentamiento. Un grito agudo y aterrado brotó de los labios de Christina. «¡Ah!». Pisó el acelerador a fondo, embistiendo el sedán por un lado, y luego volvió a pisar el acelerador, saliendo del caos.
Por fuera, se desplomó sobre el volante, temblando de pies a cabeza como si el choque la hubiera dejado completamente aturdida. Por dentro, sin embargo, apenas podía ocultar su satisfacción. La cámara del salpicadero lo había grabado todo. Su grito dramático y sus manos temblorosas formaban parte del espectáculo: nadie sospecharía que había pisado el acelerador a propósito. Tras respirar profundamente, Christina levantó la cabeza y salió del coche a toda prisa, con el rostro convertido en una máscara de terror. Las lágrimas le corrían por las mejillas mientras señalaba con el dedo acusador. «¿Cómo has podido conducir así?», gritó con la voz quebrada por la emoción, mientras dos hombres corpulentos salían del sedán blanco.
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Ambos hombres la superaban en altura, con rostros ásperos y curtidos, cada uno con una colección de viejas cicatrices. Al notar su belleza, sus ojos se iluminaron y silbaron en voz baja. Le sonrieron con una mirada que no presagiaba nada bueno. Sus ojos la recorrieron sin ningún tipo de pudor, gritando pensamientos lascivos.
«Era de esperar que fuera una mujer la que conducía. Seguro que no podía soportar la presión», se burló uno de los hombres, lanzándole una mirada despectiva.
«Apuesto a que es una amante. Quizás sea torpe al volante, pero apostaría a que es experta en la cama», dijo el otro hombre con una sonrisa burlona.
Sus risas resonaron, groseras y lascivas, como si todo el accidente no fuera más que una broma.
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