De Exesposa Humilde a Magnate Brillante - Capítulo 164
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Capítulo 164:
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—Tienes razón. —Claude, aún conmocionado, se puso del lado de Thea. A diferencia de Christina, Thea era reconocida desde hacía tiempo como una clienta premium legítima, mientras que la supuesta tarjeta negra de Christina aún no había demostrado su autenticidad. El escepticismo se apoderó de él, sobre todo porque Katie parecía saber mucho sobre los antecedentes de Christina.
La asistente de ventas senior, que se había sentido como en una montaña rusa, exhaló un suspiro de alivio. Si resultaba que Christina había utilizado una tarjeta falsa, sin duda tendrían que llamar a la policía.
Con compostura, Christina dirigió su atención a Claude cuando este se acercó. Con elegancia, extendió la mano, mostrando la tarjeta negra entre sus dedos. «Puedes verificarla si quieres», dijo Christina con voz suave y una sonrisa inquebrantable.
Cada vez que Claude miraba a Christina a los ojos, algo en su tranquila confianza le hacía sentir extrañamente incómodo. Sin perder un segundo, tomó la tarjeta y se apresuró hacia la caja para pasarla por el proceso de verificación.
Todos en la tienda observaban cada uno de sus movimientos, esperando que se revelara la verdad. De repente, el color se le fue del rostro.
Un grito ahogado pareció recorrer a Thea y los demás, y los nervios se tensaron de repente.
La verificación de la tarjeta dejó a Claude sin palabras, con las manos temblando tanto que casi la deja caer. La verdad era inequívoca: se trataba de una tarjeta negra auténtica. Por mucho que lo intentara, su autorización no revelaba la identidad del titular.
«¿Y bien? ¿Qué has averiguado? ¿Por qué te quedas ahí parado?», preguntó Katie, incapaz de soportar más el suspense, mientras lanzaba una mirada furiosa a Claude. La ansiedad la retorcía por dentro y casi saltaba sobre sus talones, desesperada por obtener una respuesta.
Sacudido por el estupor, Claude se tambaleó hacia Christina, con las rodillas temblorosas a cada paso.
—¡Fuera de mi camino! ¡Apartáos todos! —ordenó Claude, agitando frenéticamente las manos para que el personal de seguridad le abriera paso.
—Por favor, devuelva la tarjeta —dijo Claude a Christina, entregándole la tarjeta con ambas manos, con evidente respeto.
Christina la aceptó, levantando una ceja. «¿Entiendo que ha confirmado que mi tarjeta no es falsa?».
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«¡S-sí, por supuesto! Siento haber dudado de alguien de su categoría. Por favor, pase por alto mi ignorancia», balbuceó Claude, asintiendo vigorosamente, con el cuerpo temblando mientras se disculpaba.
El asistente de ventas senior, al darse cuenta del error, se apresuró a acercarse con los ojos llorosos. «Señorita Jones, lo siento mucho. La he juzgado mal. Por favor, perdóneme, ¡juro que no volverá a pasar!».
Chloe, que solo podía oír lo que estaba pasando debido a su problema de visión, soltó una risita fría. Escucharles tropezar con sus propias palabras para disculparse con Christina era casi cómico. Esa gente necesitaba una lección dura.
Valerie se quedó mirando, completamente atónita y sin palabras, con la mente luchando por procesar lo que estaba presenciando. Que Christina resultara ser la titular exclusiva de la tarjeta negra superaba todo lo que había imaginado.
Con aire tranquilo y mesurado, Christina volvió a guardar la tarjeta negra en su cartera. «Quiero hablar con su superior», dijo, con la mirada fija en Claude.
Claude y el asistente de ventas senior se quedaron paralizados, temblando de miedo.
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