De Exesposa Humilde a Magnate Brillante - Capítulo 154
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Capítulo 154:
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La dependienta esperaba que Christina se derrumbara y esperaba que entrara en pánico, que se humillara. Pero Christina ni pestañeó. Su expresión permaneció impasible, indescifrable, casi divertida.
La dependienta frunció el ceño. ¿Quizás Christina no había oído lo que había dicho?
—¿Has oído? Es una Reed. Si sabes lo que te conviene, discúlpate. Rápido. —Katie rebosaba de satisfacción.
Thea cruzó los brazos y levantó la nariz con total desdén aristocrático. —Hoy estoy de buen humor —dijo con altivez—. «Así que esta es tu oportunidad. Discúlpate y quizá pase por alto tu pequeño arrebato. Si no…».
«¿Si no qué?», interrumpió Christina con una suave risita entre sus palabras mientras levantaba una ceja.
Thea se quedó paralizada, atónita por el desdén de esa risa. No era desafiante. Era peor: era divertida. Como si Christina ni siquiera la considerara una amenaza.
La voz de Thea se elevó con indignación. —Si no, ¡haré que el personal te eche yo misma! No lo olvides: ¡soy una clienta VIP de esta marca!
Christina no respondió. En lugar de eso, empujó a Chloe hacia el sofá de cuero y se dejó caer con deliberada y pausada tranquilidad.
La confusión se extendió por la sala. Todos miraban a Christina, completamente desconcertados por su comportamiento.
Christina se puso cómoda, cruzó una pierna sobre la otra y apoyó el brazo en el respaldo del sofá como si fuera suya.
Katie perdió los estribos. Se abalanzó hacia delante y dijo: «¿Me has oído? ¡Estás faltándole al respeto a una clienta VIP!».
Una sonrisa perezosa se dibujó en los labios de Christina mientras levantaba una ceja. —¿Y qué? —respondió con voz suave e indiferente.
La frustración de Thea llegó a su punto álgido. Algo en la actitud despreocupada y las palabras arrastradas de Christina le hacía sentir como si ni siquiera fuera consciente de la tensión que se respiraba en la habitación.
Katie alzó la voz, ahora más aguda. —¡Más te vale que te disculpes, a menos que quieras pasar la vergüenza de que te echen! Ni siquiera estás en nuestra lista VIP. ¡No creas que no podemos mostrarte la puerta!
En lugar de reaccionar, Christina se volvió hacia la dependienta. —¿Es esta tu forma habitual de atender a los clientes?
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La dependienta evaluó a Christina y Chloe, identificándolas al instante como compradoras habituales con recursos limitados, sobre todo porque la silla de ruedas de Chloe insinuaba dificultades económicas. La experiencia le había enseñado que las familias que se enfrentaban a tales retos rara vez se permitían lujos, y mucho menos marcas de alta gama.
Respaldar a estas dos frente a la chica más preciada del Grupo Reed sería una temeridad. Entre grandes gastadoras y clientas que parecían fuera de lugar,
su lealtad ya estaba decidida: los clientes premium siempre eran lo primero. Al fin y al cabo, si Thea se gastaba un poco más en bolsos, ella recibiría una jugosa comisión.
Con una sonrisa ensayada, la dependienta dijo: «Lo siento, pero nuestros miembros premium tienen derecho a compras privadas. A menos que alcancen ese estatus, tenemos que pedirles que se marchen. Es la política de la tienda».
A pesar del tono educado de la dependienta, sus ojos delataban desprecio. Las palabras sobre marcharse sonaron más duras, casi rezumando desprecio al final.
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