De Exesposa Humilde a Magnate Brillante - Capítulo 1323
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Capítulo 1323:
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Terence vio a otras dos personas en la habitación: su esposa Nelly y su hijo Conrad.
Pero ¿por qué solo estaban ellos tres? ¿Dónde estaba su hija, Katy?
«Mmm… mmm…», Terence intentó hablar, pero solo logró emitir sonidos ahogados.
Los tres estaban atados a pesadas sillas, lo suficientemente separadas como para que Terence no pudiera alcanzar a ninguno de los otros.
Unos segundos más tarde, Nelly y Conrad también recuperaron el conocimiento. Al despertar, se dieron cuenta de lo que estaba pasando y se sobresaltaron. ¿Qué demonios estaba pasando? ¿Quién los había atado así?
Miraron a su alrededor y reconocieron la habitación: era parte de su propia casa.
¿Podría ser Katy la responsable de todo esto? La idea pasó por sus mentes y se desvaneció casi tan rápido como había llegado. No, imposible…
Una pesadilla se cernía sobre ellos; una fría y aplastante sensación de fatalidad se apoderó de sus huesos.
La puerta se abrió de golpe y Katy entró. Llevaba una daga afilada en la mano y una sonrisa salvaje se dibujó en su rostro.
Los tres palidecieron como el papel: la sombra de la muerte se cernió sobre ellos en un instante.
«Eh…», Katy se rió, desquiciada, mientras se acercaba a ellos lentamente, paso a paso.
Se dejó caer frente a ellos, con los ojos enloquecidos y la daga entre los dedos.
«¿Tenéis curiosidad por saber qué voy a haceros a los tres?», preguntó. Su voz era suave, pero su risa era demasiado brillante y fracturada para resultar agradable.
«Mmm… mmm…», gimieron los tres, con el rostro descolorido.
«No tengáis miedo. No lo alargaré, solo aguantad un poco y todo habrá terminado», dijo Katy con una risita ligera, casi juguetona.
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Su mirada se deslizó hacia Nelly y le susurró: «Mamá, ¿quieres vivir?».
Nelly asintió frenéticamente, mirando a Katy como si se hubiera vuelto completamente loca, con el terror apretándole el pecho.
«Tengo una forma de mantenernos con vida», dijo Katy, tirando de la tela que cubría la boca de Nelly.
«¿Cómo? Katy, por favor, déjanos ir. Somos familia, podemos hablarlo», suplicó Nelly, con pánico en su voz.
«Mamá, solo uno de vosotros tres puede sobrevivir», dijo Katy, acariciando la daga con una sonrisa que no era propia de alguien en su sano juicio.
El rostro de Nelly se quedó sin color mientras miraba a Katy con horror atónito. ¿Cómo se había vuelto Katy así tan de repente?
—Katy, déjanos ir primero y lo solucionaremos. Mira, míranos, somos tu familia…
Antes de que Nelly terminara, Katy la interrumpió con una mirada dura y furiosa. —¿Mi familia? ¡Esa es la mayor mentira de todas! ¡Me usaste como moneda de cambio! ¡Sabías lo monstruoso que es Darian y aún así quisiste empujarme al sacrificio!
La rabia hervía en las palabras de Katy; apretó los dientes, con un pensamiento asesino brillando detrás de sus ojos. «Davina tenía razón: si no fuera por ella, ¡yo habría sido la primera en ser ofrecida en sacrificio!».
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