De Exesposa Humilde a Magnate Brillante - Capítulo 1322
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos dos veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 1322:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
La expresión de Conrad se volvió venenosa, con las venas hinchadas mientras apretaba los puños.
«¿Cuánto tiempo va a seguir engañándonos? ¡Nos lo estamos jugando todo y podríamos acabar sin nada!». La voz de Conrad estaba tensa por la ira y la preocupación.
Terence apretó la mandíbula. «¿Crees que no lo sé? Pero no tenemos ninguna ventaja. Hasta que la empresa se estabilice, seguiremos sus órdenes».
Los ojos de Conrad ardían de odio. «¡Davina! ¡Esa mujer intrigante! Si no fuera por ella, no estaríamos en este lío. Cuando la tenga entre mis manos, ¡haré que se arrepienta de haberse cruzado en nuestro camino!».
Terence hizo un gesto de impaciencia con la mano. «Ya basta. Tenemos que darnos prisa en volver y decírselo a tu madre. Debemos encontrar la manera de engañar a Katy para que vaya a Darian».
En la finca de los Murray, la tensión llenaba el aire como una soga invisible que se apretaba alrededor de sus cuellos.
Nelly se agarró al reposabrazos, con la voz ronca. —¿Quieres decir que… tenemos que entregar a Katy a Darian en dos días?
El agotamiento se aferraba a ella como una sombra. Desde que el misterioso veneno invadió sus cuerpos, había pasado noches en vela. Todos los remedios habían fallado.
El tormento regresaba al caer la noche, y el miedo a la oscuridad se había arraigado profundamente en sus huesos.
La expresión de Terence seguía siendo gélida. —Si no la enviamos, Darian no invertirá ni un solo centavo. Una vez que retire su interés, nuestra empresa estará acabada. Nadie nos ayudará.
Conrad dio un paso adelante con ansiedad. —Mamá, no haríamos esto si tuviéramos otra opción. Katy es nuestra única ventaja en este momento. Si la familia Murray cae, nos quedaremos sin nada.
Terence apretó con fuerza la mano de Nelly, con tono firme. «Piénsalo: si el nombre de los Murray se derrumba, ¿qué futuro le espera a Conrad? ¿Quieres verlo pasar de ser un rico heredero a alguien que ni siquiera puede permitirse un techo bajo el que vivir?».
Solo disponible en ɴσνєℓα𝓼𝟜ƒα𝓷.𝒸ø𝓂 en cada capítulo
A Nelly se le cortó la respiración. La imagen le llegó directamente al corazón. —No —susurró, y luego se enderezó con repentina determinación—. No podemos permitir que la familia Murray caiga. Dime cuál es el plan. Haré lo que sea necesario para llevar a Katy hasta Darian.
Su voz era ahora firme, desprovista de vacilación. Los tres intercambiaron una mirada de sombría determinación. La decisión estaba tomada.
Katy había permanecido en silencio en su habitación, pero su mente estaba muy despierta. Un pequeño dispositivo de escucha, cuidadosamente escondido antes, transmitía cada palabra del salón directamente a su oído. Cada frase que pronunciaba su familia era como un cuchillo que se clavaba más profundamente en su corazón.
Las lágrimas resbalaban por sus mejillas, pero sus ojos no rebosaban de tristeza, sino de un odio frío y descarnado.
Había luchado desesperadamente por el antídoto y casi había escapado de este destino. Incluso lo había conseguido, solo para ser emboscada.
Terence y Conrad se lo habían quitado por la fuerza. Al final, fueron ellos dos quienes se tomaron el antídoto, liberándose por completo. El veneno permaneció en el cuerpo de Katy y Nelly, atormentándolas cada noche.
Bajo la tenue luz, el rostro de Katy parecía fantasmal. Tenía las mejillas hundidas y sombras oscuras bajo los ojos.
La implacable agonía nocturna, combinada con la traición de las personas a las que una vez había llamado familia, había grabado algo aterrador en su alma.
No era de extrañar que Davina sintiera lástima por ella. No era más que una moneda de cambio, una herramienta prescindible para beneficio de otros. Si Davina no hubiera intervenido antes, Katy habría sido la primera en ser empujada a las llamas.
Una lenta y escalofriante sonrisa se dibujó en sus labios.
¿Querían sacrificarla? Entonces les demostraría lo equivocados que estaban.
A altas horas de la noche, Terence se revolvió en su sueño, sintiendo un extraño escalofrío recorriendo su piel. Sus instintos gritaban.
Abrió los ojos de golpe. Las ásperas ataduras se le clavaban en las muñecas y los tobillos. Le habían metido un grueso trapo en la boca, sofocando cualquier sonido y reduciéndolo a un silencio ahogado. El terror puro se apoderó de él, una inundación helada que ahogaba sus pensamientos. La presencia en la habitación oscura se sentía pesada y definitiva, como la muerte misma cerniéndose sobre su cuerpo paralizado.
.
.
.