De Exesposa Humilde a Magnate Brillante - Capítulo 1291
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Capítulo 1291:
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Podría rebelarse por una mujer, claro. ¿Pero matar al hombre que le dio una segunda oportunidad en la vida? Nunca.
Terrence giró la pistola y le ofreció la empuñadura a Waylon mientras el cañón descansaba contra su propio pecho.
« Abuelo —dijo en voz baja, sosteniendo el arma con ambas manos—. Si tiene que morir uno de los dos… que sea yo en lugar de ella.
Waylon le había salvado la vida. Ahora, él…
se la devolvería. Solo deseaba que, una vez que él ya no estuviera, Waylon sintiera aunque fuera una pizca de culpa y perdonara la vida de Christina.
«¿De verdad estás dispuesto a morir por esa mujer?», gritó Waylon, con la voz quebrada mientras otra violenta tos sacudía su pecho.
El rostro de Terrence se endureció. «Abuelo, te lo ruego, perdónala. Durante todos estos años he hecho todo lo que me has pedido. He matado a quien me has dicho, sin pensarlo dos veces. Pero ella es diferente. La amo. Ella significa más para mí que mi propia vida. Nunca te he pedido nada antes, ni una sola vez. Este es el primer y último favor que te pediré. Aparte de esto, nunca me he opuesto a ti. Así que… ¡mátame!».
Terrence cerró los ojos, aceptando su destino. Esperó en silencio la bala que acabaría con todo.
Si su muerte significaba que Christina podría vivir, entonces, para él, era un intercambio justo. Valía la pena cada gota de sangre.
Waylon miró fijamente el arma silenciada que Terrence le ofrecía. Sus ojos reflejaban una tormenta de emociones: ira, dolor y angustia. Odiaba que Terrence lo hubiera desafiado por una mujer. Pero por más que lo intentara, no se atrevía a apretar el gatillo.
En esa mirada aguda y calculadora, apareció un destello de dolor, débil pero real.
Terrence quizá no fuera de su sangre, pero seguía siendo el chico que había criado con sus propias manos.
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Tras un largo silencio, Waylon finalmente habló. —Puedo dejarla ir. Pero tendrás que matar a Dylan y a su hermana, rápido. Y encontrar a King. Mi cara… está destrozada, pero King es el único que puede curar lo que me está matando. He sufrido lo suficiente —dijo con voz ronca, tosiendo con fuerza—. No quiero pasar lo poco que me queda de vida pudriéndome de dolor.
Terrence abrió los ojos de par en par y una sonrisa brillante e incrédula se extendió por su rostro. Sus ojos brillaban como cristal tallado, ardiendo con renovada esperanza.
—¿De verdad? ¿Lo dices en serio, abuelo? —preguntó Terrence, con la voz llena de esperanza—. Si hago lo que me pides… si mato a los hermanos Scott y encuentro a King, ¿nunca volverás a perseguir a Christina? ¿La dejarás completamente fuera de esto?
Terrence tuvo que asegurarse. Necesitaba estar seguro de que Waylon no volvería a ir tras Christina.
—Sí —respondió Waylon, con el rostro marcado por cicatrices y una expresión seria.
Pero detrás de esa seriedad había una frialdad que le heló la sangre a Terrence.
King era como un fantasma, imposible de rastrear. Terrence sabía que encontrarlo sería más difícil que volar a la luna.
Cuando vio esa expresión grave, Terrence soltó un suspiro de alivio en silencio.
Si Waylon daba su palabra, Terrence creía que no actuaría a sus espaldas para hacer daño a Christina.
«No te preocupes, abuelo. No te decepcionaré», dijo Terrence, con los ojos brillando con una promesa aguda y mortal.
Se veía a sí mismo como un arma, el arma de Waylon. Y si Christina estaba a salvo, eliminaría a cualquiera sin dudarlo.
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