De Exesposa Humilde a Magnate Brillante - Capítulo 1289
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos dos veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 1289:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
Terrence hizo una larga pausa antes de decir: «No dejaré que nadie le haga daño, y eso te incluye a ti».
Cuando Terrence terminó, el hombre en la silla de ruedas no se movió ni habló.
Luego, tras un tenso silencio, el hombre finalmente se movió.
El hombre en la silla de ruedas giró la cabeza y miró fijamente a Terrence. Un fino haz de luz rozó sus rasgos, dejando al descubierto algo que helaba la sangre.
El fuego había deformado su rostro, cubriéndolo de cicatrices grotescas, y las profundas sombras de la habitación lo hacían parecer aún más monstruoso. La rabia distorsionó su expresión cuando agarró un vaso de la mesa y se lo lanzó a Terrence sin pensarlo dos veces. El vaso se estrelló contra la rodilla de Terrence, obligándolo a caer de rodillas y apoyarse con la otra mano.
El agudo estallido del cristal roto resonó en sus oídos. Pequeñas astillas le cortaron la mejilla, dejando finas trazas de sangre a su paso.
—¡Te atreves a desafiarme por una mujer! Si no te hubiera salvado entonces, ¡haría mucho que estarías muerto! —La voz del hombre era áspera, teñida de una ira frenética.
Un violento ataque de tos se apoderó de él, sacudiendo su cuerpo de forma incontrolable.
Terrence, alarmado, se levantó rápidamente y se acercó cojeando. Encontró las medicinas habituales del anciano y se las ofreció con manos expertas. Pero el anciano rechazó la pastilla con furia, haciéndola caer al suelo.
La tos solo empeoró.
Terrence mantuvo la calma; tomó otra pastilla y la introdujo suavemente en la boca del anciano.
Al instante, la pastilla fue escupida.
La tos del anciano se calmó un poco; se sonrojó mientras luchaba por respirar y luego dijo con voz ronca: «Prométeme que la matarás». Esas cuatro palabras salieron de él con dificultad, cada una de ellas dolorosa y forzada.
Continúa tu historia en ɴσνєʟα𝓼4ƒ𝒶𝓷.c🍩𝗺 actualizado
Terrence no dijo nada; solo tomó otra pastilla y se la introdujo en la boca al anciano.
Por cada pastilla que el anciano expulsaba, Terrence le ofrecía otra, metódico, paciente, silenciosamente inflexible. No había irritación en sus movimientos, ni respuesta en su voz.
Sus acciones firmes eran respuesta suficiente, una determinación que no se doblegaría.
«No le gustas», soltó de repente el anciano.
Las palabras congelaron a Terrence en pleno movimiento. Un destello de pérdida cruda y rechazo obstinado cruzó su rostro, por lo demás impasible. Esas palabras le golpearon como una espada, quemándole el pecho.
Su corazón se encogió como si lo apretara un puño invisible.
«Ella ama a Dylan y al final estará con Dylan. ¿Crees que perdonarla te hará ganarte su gratitud? No, ella no se preocupa por ti en absoluto», dijo el anciano con una sonrisa burlona, amarga y fría.
.
.
.