De Exesposa Humilde a Magnate Brillante - Capítulo 1279
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Capítulo 1279:
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«Está bien», dijo en voz baja, acomodándose a su lado.
Una vez en sus brazos, Christina se sintió segura. Su calor la envolvía, constante y familiar.
Estar cerca de él siempre la relajaba y, al poco tiempo, el cansancio comenzó a apoderarse de ella. Su familiar aroma era extrañamente tranquilizador.
—Puedes dormir si estás cansada —murmuró Dylan—. Llamaré a la enfermera si necesito algo.
Christina negó con la cabeza. —No, ¿y si tú también te quedas dormido y se vacía la bolsa de suero? Eso podría ser malo.
—No me dormiré —dijo Dylan con tranquila confianza.
—Aun así, no es justo —dijo ella con firmeza—. Tú eres el que está enfermo y se supone que yo debo cuidarte, no al revés.
Dylan soltó una suave risa, cediendo a su terquedad, y se inclinó para besarle la frente.
La fiebre le quemaba la piel, pero cuando sus labios rozaron la frente fresca de ella, sintió una oleada de alivio. Ya no podía contenerse. Lo único que quería era estar cerca de Christina, sentirla a su lado.
Dylan se giró ligeramente y rozó su mejilla con la de ella, con un movimiento tierno y lento.
Ese simple contacto alivió algo en su interior. Se sintió más tranquilo, más ligero, como si le hubieran quitado un peso de encima.
El simple hecho de estar tumbado allí con ella le hacía sentir una satisfacción que las palabras no podían describir.
En ese momento, deseó en silencio que Christina se quedara a su lado para el resto de su vida.
Habían pasado tres días.
Davina había cogido las cenizas de su madre y se había dirigido a Kitaso, donde había elegido un tranquilo cementerio rodeado de árboles y luz solar.
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Ralphy, preocupado por que estuviera sola, la acompañó. Mientras tanto, Christina ya se había mudado de la casa de Magnus a la villa de Dylan en Jasgow.
Ahora, cada vez que terminaba de trabajar, iba a ver a Dylan. Los dos habían encontrado un ritmo cómodo: pasaban tardes tranquilas juntos, sin hacer gran cosa, solo estando el uno al lado del otro.
Incluso cuando Dylan estaba sumergido en el trabajo, Christina se acurrucaba en el sofá con un libro. No necesitaban conversar constantemente; el simple hecho de estar en el mismo espacio les bastaba.
Esa tarde, Dylan estaba sentado en el sofá del salón, mientras Christina descansaba la cabeza en su regazo.
—La familia Vaughn va a celebrar un banquete dentro de unos días —dijo él, acariciándole suavemente el pelo—. ¿Quieres ir?
Christina suspiró. «¿Sinceramente? No me apetece socializar. Después del trabajo, solo quiero relajarme y dormir bien por una vez».
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