De Exesposa Humilde a Magnate Brillante - Capítulo 1271
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Capítulo 1271:
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«No te atrevas a hacerme sentir culpable. ¡No lo mereces!», siseó, con cada palabra rezumando veneno.
Su odio era tan profundo que le quemaba las venas, abrasándola incluso a ella misma en el proceso.
«Terence Murray», dijo con voz firme y cortante, «me avergüenza compartir tu sangre».
Al oírla dirigirse a él por su nombre completo, los Murray se quedaron atónitos. Su total desprecio por el llamado vínculo familiar les provocó un escalofrío de terror.
«¡Niña desagradecida!», rugió Terence. «¡Eres una maldición! Si hubiera sabido que me tratarías así, ¡te habría matado hace mucho tiempo!».
Davina no se molestó en responder. En lugar de eso, se abalanzó sobre él y le agarró por el cuello con la mano, apretando los dedos con intención asesina y con los ojos ardientes de pura malicia.
Terence intentó gritar, pero el sonido se le atascó en la garganta. El pánico lo ahogaba más que el agarre de ella.
Se retorció y pateó, pero con dos guardaespaldas sujetándolo, estaba completamente indefenso.
Por un momento, Nelly se quedó paralizada por el horror antes de lanzarse a una lucha frenética. «¡Davina! ¿Estás loca? ¿Te das cuenta de lo que pasará si lo matas?».
Davina giró lentamente la cabeza hacia Nelly, con una expresión inexpresiva y inquietantemente tranquila.
Parecía poseída, con los ojos vacíos, desprovistos de emoción, irradiando una frialdad que heló la sangre de Nelly. Cuando sus miradas se cruzaron, Nelly no vio más que odio y vacío. Un temblor recorrió su cuerpo.
El terror se extendió por su pecho como enredaderas trepadoras, enrollándose alrededor de su corazón hasta que apenas podía respirar.
Sus labios se separaron, su garganta se movió varias veces, pero no salió ningún sonido.
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Entonces, de repente, la mano de Davina aflojó su agarre.
Terence jadeó, tosiendo violentamente mientras el aire volvía a entrar en sus pulmones. Nelly exhaló temblorosamente, sintiendo cómo el alivio inundaba su pecho. Había exagerado, pensó débilmente. Davina no tenía el valor de matar a Terence.
Pero antes de que ese pensamiento pudiera asentarse, los labios de Davina se curvaron en una sonrisa escalofriante que hizo que a Nelly se le encogiera el corazón.
—¿Qué… qué piensas hacer? —tartamudeó Nelly, con el miedo invadiendo su voz.
Observó con terror cómo Davina se acercaba, sin borrar esa siniestra sonrisa de su rostro.
—¿Lo quieres tanto? ¡Pues muere por él! —Davina soltó una carcajada salvaje y desquiciada.
Nelly la miró horrorizada mientras Davina se enfurecía. Sacudió la cabeza frenéticamente. «No… ¡No quiero! Tú… ¡Ah!».
Davina se abalanzó sobre ella y la agarró por el cuello, ahogando lo que fuera que Nelly estaba a punto de decir.
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