De Exesposa Humilde a Magnate Brillante - Capítulo 1270
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Capítulo 1270:
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Sus palabras resonaron en la habitación. Los Murray se quedaron paralizados, con el rostro desprovisto de confianza. La sonrisa burlona de Terence se desvaneció; la expresión de Nelly se ensombreció.
«¿De qué estás hablando?», exigió Terence, con pánico en su voz.
«He traído más veneno. Con gente tan engañosa como vosotros, tenía que ser cautelosa», respondió Davina, con un tono dulcemente peligroso.
«¡Cómo te atreves!», rugió Terence, temblando de rabia. Su visión se nubló; incluso el recuerdo de aquel dolor insoportable le revolvió el estómago.
«¿Qué esperabas? Sabiendo cómo eres, habría sido una tontería traer el antídoto real. Ya lo habrías robado». La voz de Davina era gélida.
Nelly, que creía que la victoria estaba al alcance de la mano, ahora ardía de furia, con el rostro enrojecido.
«¿Así que crees que no podemos hacer nada contra ti? ¡Una vez que te atrapemos, no tendrás más remedio que entregarlo!», se burló Terence, haciendo una señal a sus guardaespaldas con un movimiento de la mano.
«¡Cogedla!», gritó.
Los guardaespaldas se abalanzaron sobre ella siguiendo sus órdenes.
Pero Davina permaneció perfectamente tranquila. Sus dos guardaespaldas ya estaban enfrentándose a los atacantes.
Justo cuando los Murray pensaban que la tenían acorralada, varios hombres aparecieron de la nada y se unieron a la pelea.
Estos hombres eran mucho más hábiles que los que custodiaban a los Murray.
En cuestión de segundos, los veinte guardaespaldas yacían derrotados, gimiendo en el suelo.
Los Murray no tuvieron tiempo de reaccionar antes de que los recién llegados los capturaran.
Terence, que había planeado utilizar las cenizas como moneda de cambio, sintió cómo los guardias de Davina se las arrebataban en medio del caos.
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Todo había terminado. Estaban condenados.
Una desesperación más profunda que la muerte invadió a Terence cuando se dio cuenta de la verdad: no había antídoto.
«¿De verdad pensabas que era tan ingenua? Me aseguré de tener un plan B antes de aceptar reunirme contigo», dijo Davina con una risa baja y cómplice.
Era una táctica que Christina le había inculcado: primero hacer que los Murray se sintieran seguros y luego destrozar su confianza.
Christina también le había enseñado cómo hacer que se volvieran unos contra otros.
«¡Tú… mujer vil! ¡Eres absolutamente desvergonzada!», gruñó Conrad entre dientes, con los ojos ardientes de odio.
—¿Desvergonzada? —Davina soltó una risa burlona—. ¡En comparación con toda tu familia, yo apenas lo soy!
Si su madre no se hubiera dejado cegar por el amor hace tantos años, si hubiera sido tan desvergonzada como los Murray, quizá las cosas habrían sido diferentes.
Davina deseaba que su madre hubiera sido más egoísta, más cautelosa, menos confiada con las serpientes que la rodeaban. Quizás entonces no habría tenido un final tan cruel.
Si pudiera retroceder en el tiempo hasta cuando su madre aún vivía, haría cualquier cosa para mantener a Terence alejado de ella, incluso si eso significara borrar su propia existencia por completo. Si eso pudiera garantizarle a su madre una vida tranquila, desaparecer de este mundo sería un pequeño precio a pagar.
—Davina, cariño, soy tu padre. No puedes tratarme así. Sin mí, ni siquiera existirías. Dame el antídoto… —La voz de Terence temblaba mientras intentaba hacer el papel de padre, mezclando la culpa en sus palabras.
Pero eso era precisamente lo que Davina más despreciaba de él. Odiaba a Terence, al hombre vil y despiadado que era, y se odiaba aún más a sí misma por compartir su sangre.
Sus ojos se volvieron fríos mientras se acercaba, apretando la mandíbula. Sin previo aviso, levantó la mano y le dio una fuerte bofetada en la cara, sintiendo un agudo y satisfactorio escozor en la palma.
Terence trastabilló, con la mejilla ardiendo y el miedo brillando en sus ojos. La locura y la furia en la mirada de Davina le revolvió el estómago: era un odio tan profundo que podía devorarlo por completo.
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Nota de Tac-K: Nuevos capítulos y nuevos estrenos, a disfrutar de la lectura queridas personitas. Dios les ama y Tac-K les quiere mucho. ( „• ֊ •„ )੭
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