De Exesposa Humilde a Magnate Brillante - Capítulo 1266
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Capítulo 1266:
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El dolor les calaba hasta los huesos, implacable y brutal. Era tan intenso que la muerte parecía una bendición. Perdieron el conocimiento más de una vez, solo para despertar en el mismo infierno.
La agonía los desgarraba, arrancándoles gritos de las entrañas. Se retorcían y convulsionaban, completamente a merced del dolor.
El ruido despertó rápidamente a todos los demás en la villa.
Conrad y Katy se quedaron paralizados fuera de la habitación, con los gritos de sus padres resonando en el pasillo. Sus corazones latían como tambores. Estaban asustados.
«¿Mamá? ¿Papá? ¿Qué está pasando?». Katy llamó con fuerza a la puerta, pero lo único que obtuvo fue otro grito.
Cada grito les ponía los pelos de punta. Era una agonía pura que provenía del interior.
«¡Abran la puerta!», gritó Conrad, golpeándola con los puños. Pero nadie dentro respondió. Solo más gritos. Era como si sus padres ni siquiera pudieran oírlos.
Lo que no sabían era que Terence y Nelly tenían tanto dolor que ni siquiera podían moverse, y mucho menos llegar a la puerta.
Oían a sus hijos fuera, sabían que la ayuda estaba allí mismo, pero sus cuerpos se negaban a moverse. Lo único que podían hacer era retorcerse en el suelo, indefensos.
En ese momento comprendieron realmente lo que era la desesperación.
Katy espetó a los guardaespaldas: «¿A qué esperáis? ¡Derribad la puerta!».
«¡Sí, señora!». Los guardaespaldas no perdieron tiempo. Derribaron la puerta de una patada.
En cuanto la puerta se abrió, Conrad entró corriendo. Katy encendió las luces.
Sus padres estaban en el suelo, retorciéndose y gritando de dolor. La visión les partió el corazón.
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«H-h-hospital…», jadeó Terence, apenas capaz de hablar.
Katy no lo dudó. Cogió su teléfono y llamó a una ambulancia.
La ambulancia llegó rápidamente y se los llevó.
Pero una vez en el hospital, incluso los médicos se quedaron perplejos. Las pruebas no mostraron nada.
No podían averiguar de dónde provenía el dolor. Era como si todo su cuerpo estuviera en llamas.
Sin respuestas, los médicos les administraron sedantes, con la esperanza de aliviar el dolor.
Pero ni siquiera eso funcionó. Los sedantes apenas aliviaban el dolor. Seguían atrapados en el infierno.
Los días pasaban.
Terence y Nelly apretaron los dientes e intentaron aguantar, pero tras unos días dolorosos se derrumbaron. Silenciosamente, el miedo dio paso a la sospecha: ¿podría estar Davina detrás de todo esto?
Estaban desesperados y al borde de las lágrimas cuando la encontraron. Katy y Conrad se quedaron paralizados al ver a Davina. Se quedaron con la boca abierta.
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