De Exesposa Humilde a Magnate Brillante - Capítulo 1258
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Capítulo 1258:
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Era Conrad. Sus ojos las recorrieron con un deseo descarado.
En su cabeza, ya estaba tramando cómo seducirlas para que se fueran a casa con él, como si fueran juguetes que pudiera coleccionar. Christina captó su mirada lasciva y frunció el ceño, con una expresión de disgusto.
Su colonia agredía sus sentidos: era abrumadora, barata y nauseabunda.
Sin embargo, la mirada de satisfacción en su rostro sugería que realmente creía que era irresistible.
—Christina, ¿huele eso? —interrumpió Davina, ignorando por completo a Conrad mientras se tapaba la nariz—. Algo apesta.
La sonrisa de Conrad desapareció, sustituida por un ceño fruncido y amargo.
¿Había dicho ella que apestaba?
—Disculpe, señor. Apesta. Por favor, aléjese —dijo Christina sin rodeos, sin una pizca de cortesía.
Eso fue la gota que colmó el vaso. Con el orgullo herido, Conrad estalló. En un arrebato de ira, levantó la mano como para golpearla. —¡Zorra! Te lo estás buscando…
Pero antes de que pudiera terminar, Christina le dio una patada que lo lanzó por los aires a través del vestíbulo.
Él había querido abofetearlos, pero en cambio fue él quien acabó tirado en el suelo.
No podía entender cómo una mujer podía dar una patada tan fuerte. ¿Estaba entrenada?
—¡Conrad! —Katy se apresuró a entrar justo cuando su hermano caía al suelo, con el rostro lleno de preocupación mientras lo ayudaba a levantarse.
—¿Estás bien? ¿Te duele algo? —preguntó Katy, con voz llena de inquietud.
—Me han dado una patada en el estómago. Me duele —dijo Conrad, agarrándose el abdomen mientras una leve mueca de dolor cruzaba su rostro.
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La mirada de Katy se dirigió hacia Christina y Davina, con ojos ardientes de una malicia tan aguda que parecía capaz de desollar.
—¡Cómo os atrevéis a golpear a mi hermano! ¿Sabéis siquiera quiénes somos? —gruñó Katy, erigiéndose en una muestra de intimidación.
Christina y Davina intercambiaron una mirada y luego se rieron.
Por supuesto que sabían quiénes eran los hermanos Murray. Ya habían investigado a la familia Murray y conocían su historia al dedillo.
Simplemente no esperaban encontrarse con los hermanos Murray en el restaurante Morfort.
Si los Murray se hubieran comportado, Davina podría haberlos dejado ir. ¿Pero ahora? Ahora había decidido que toda la familia Murray necesitaba una lección.
Ya fuera un sufrimiento tortuoso o algo parecido al infierno, los Murray tendrían que enfrentarse a ello juntos.
—No me importa quiénes sean. Han elegido a las personas equivocadas con las que meterse —dijo Davina con desdén, en voz baja y rebosante de desprecio.
Katy no esperaba que fueran tan descarados. No mostraban ningún temor, lo que la inquietaba.
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