De Exesposa Humilde a Magnate Brillante - Capítulo 1245
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Capítulo 1245:
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Aun así, tenía que inventarse una historia, y el mercado negro era una mentira tan buena como cualquier otra. Que alguien pudiera encontrarlo realmente no era asunto suyo.
Ralphy no insistió más. En cambio, metió la mano en la bolsa de antes y sacó ese par de sandalias.
—Quítate las tuyas y pruébate estas —dijo, con la mirada fija y expectante.
Davina contuvo el aliento. —¿Estas sandalias… son para mí?
—Por supuesto que sí. ¿Para quién más podrían ser? Las mandé hacer solo para ti —dijo Ralphy con una leve sonrisa.
—¿Hechas a medida? Entonces deben de haber costado bastante. —La irritación que Davina había sentido antes comenzó a disiparse.
Ralphy soltó una risa ahogada. —Son diamantes auténticos, un pedido privado. Solo hay un par en todo el mundo. Más de veinte millones.
—¿Perdón? —balbuceó Davina, con los ojos muy abiertos.
¿Lo había oído bien? ¡Eso significaba que cada uno valía más de diez millones!
¿Y él le había dicho que los usara para abofetear a esos dos bastardos? Aunque no se cayera ni un solo diamante, solo saber su valor era suficiente para que le doliera el corazón.
Esas personas repugnantes no merecían ser tocadas con algo tan valioso.
—No tanto, solo un poco más de veinte millones —repitió Ralphy con indiferencia. Se agachó y le levantó con cuidado las piernas, apoyándolas sobre sus rodillas.
Davina se quedó paralizada. No era de extrañar: él era uno de los miembros de la élite de Lorbridge. Para alguien como él, gastar veinte millones en un par de sandalias no era nada.
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Ella también podía gastar esa cantidad, pero nunca la malgastaría en algo para caminar. Ese dinero era para propiedades, para inversiones, no para vanidades. Ella no provenía de una familia rica.
Si el destino no la hubiera llevado hasta Christina, tal vez ni siquiera habría sobrevivido tanto tiempo.
Olvídate del lujo y el estatus: no habría tenido la fuerza ni los medios para vengar a su madre.
Todo lo que poseía procedía de Christina. Christina le había dado una segunda vida y, con ella, la oportunidad de vengarse.
Mientras Davina divagaba, Ralphy ya le había calzado las sandalias de veinte millones de dólares.
—Perfectas —murmuró—. Combinan a la perfección con tu temperamento.
Sus ojos brillaban con admiración y cariño, algo que ya no podía ocultar.
Davina bajó la vista hacia las relucientes sandalias. Le dolía el corazón, pero sentía una inesperada calidez por la forma en que él la trataba con tanto cuidado.
Por un breve instante, ese sentimiento casi afloró, pero ella lo reprimió.
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