De Exesposa Humilde a Magnate Brillante - Capítulo 1236
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Capítulo 1236:
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Davina los había humillado, delante de sus propias caras.
¿Cómo se atrevía? ¿Cómo se atrevía esa chica insolente a compararse con su hijo?
—¡Humph! —resopló Terence, endureciendo el tono de voz—. Si te niegas, nunca sabrás dónde están las cenizas de tu madre.
Con aire de gentil compasión, Nelly volvió a hablar, con tono suave y meloso.
—Davina, ojalá pudieran tener esa oportunidad. Pero pensando en todo lo que has sufrido y en que por fin tienes la oportunidad de vivir una vida de riqueza y honor, ¿cómo no iba a darte esa oportunidad? Además, tu hermana es más joven que tú, es lógico que te cases primero para que luego le toque a ella.
—Eso es demasiado bueno para mí —se burló Davina, con tono despectivo—. Será mejor que se guarden esa oportunidad para ustedes. Después de todo, su hija no es mucho más joven que yo.
Katy tenía casi la misma edad que Davina, solo unos días de diferencia, lo que dejaba claro que la traición de Terence se había prolongado durante años.
La madre de Davina había vivido su vida en la ignorancia y solo descubrió la verdad en su lecho de muerte.
Para entonces, ya era demasiado tarde.
La joven Davina había sido rechazada, enviada a vivir en la pobreza y a sobrevivir sola, mientras ellos seguían adelante como una feliz familia de cuatro.
La fortuna de la familia Morris había caído en manos de Terence, transformándolo de un hombre sin un centavo en alguien aceptado por la élite.
El corazón de Davina ardía de indignación en nombre de su madre, que había sido engañada por un hombre desvergonzado al que una vez confundió con el amor.
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Nelly había venido preparada para hacer el papel de madrastra amable, pero ante la inquebrantable rebeldía de Davina, su determinación flaqueó.
Ella y Terence habían manipulado durante años a la ingenua madre de Davina, pero su hija había resultado ser perspicaz e inflexible, demasiado inteligente para caer en sus trampas.
Al darse cuenta de que ni la coacción ni la persuasión iban a influir en Davina, Terence decidió recurrir a algo más oscuro.
Fingió un suspiro, simulando estar cansado e indefenso. —Bueno, ya que estás tan decidida, puedes llevarte las cenizas de tu madre. Pero ha pasado mucho tiempo desde la última vez que te vi. Solo concédeme un pequeño deseo: come conmigo. Después, te las entregaré.
Por dentro, Terence se reía con frialdad, con los ojos brillando con crueldad.
Planeaban drogarla, dejarla inconsciente y llevarla a la cama de Darian. Una vez que Darian la tuviera, no habría vuelta atrás: estaría atrapada por la vergüenza y se vería obligada a aceptar su destino.
—No estoy aquí para negociar. Estoy aquí para decirte que me llevaré las cenizas de mi madre, lo permitas o no —espetó Davina con dureza.
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