De Exesposa Humilde a Magnate Brillante - Capítulo 1209
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Capítulo 1209:
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«Cuidado, cuidado con la cabeza», murmuró con tono suave e indulgente.
La ternura de su gesto, la tranquila preocupación de sus ojos, hicieron que el corazón de Christina se llenara de calidez.
Ella salió y, con una sonrisa, se arrojó a sus brazos. Sus manos se deslizaron alrededor de su cuello, su risa era ligera y juguetona.
Dylan no pudo resistirse a su encanto; se inclinó hacia adelante y capturó sus labios en un beso suave y amoroso.
El leve rastro de alcohol en su aliento llegó hasta él, haciendo que su cabeza se mareara ligeramente en respuesta.
«No pares. Quiero más besos», dijo Christina, con la voz adormilada por la bebida, pero irresistiblemente dulce.
Su insistente juguetón hizo que el pecho de Dylan se llenara de afecto. Él soltó una suave risa y la besó varias veces seguidas, rápidas y tiernas.
Cuando finalmente se detuvo, una tierna sonrisa se dibujó en su boca. «¿Aún quieres más?», preguntó con ternura.
Sus mejillas estaban teñidas de rosa y su sonrisa medio aturdida brillaba bajo las suaves luces.
Para Dylan, ella siempre había sido encantadora, pero ahora, ligeramente borracha y sin defensas, le parecía aún más encantadora y adorable. Antes de que ella pudiera responder, él bajó la cabeza y la besó de nuevo, esta vez profundamente.
Christina respondió con igual fervor, rodeándole el cuello con los brazos como si nunca quisiera soltarlo. Cuanto más se prolongaba el contacto de sus labios, más profunda se hacía la atracción entre ellos, como si cada respiración los acercara más.
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La embriaguez le quitó la inhibición y el deseo que se agitaba en su interior se apoderó de ella bajo el calor de su tacto. Se inclinó hacia él, con el cuerpo aferrado al suyo con anhelo, incapaz de evitar querer más.
Justo cuando estaba a punto de rendirse por completo a ese sentimiento, Dylan se separó.
Christina lo miró parpadeando, con la mirada borrosa y desenfocada, suplicándole en silencio que continuara.
Verla así, ligeramente aturdida, con los labios entreabiertos y los ojos brillantes, casi hizo que perdiera el control.
Se estabilizó y le acarició suavemente la mejilla con la yema del pulgar.
Sus respiraciones se mezclaron en el estrecho espacio que los separaba, cálidas y entrecortadas.
Los dedos de Christina recorrieron su pecho y se deslizaron hacia su firme abdomen.
Antes de que pudiera bajar más, Dylan le agarró la mano y la inmovilizó.
Sabía que el amor verdadero exigía moderación.
La amaba demasiado como para cruzar esa línea mientras ella estuviera en ese estado.
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