De Exesposa Humilde a Magnate Brillante - Capítulo 1205
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Capítulo 1205:
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«Esta semana, entonces», decidió Christina sin dudarlo. «Cuanto antes vayamos, antes podremos aclararlo todo».
«Entonces está decidido», respondió Davina, con tono firme y mirada resuelta.
En su corazón, ya había tomado una decisión: cuando regresara a Jasgow, reclamaría lo que era suyo por derecho.
Mientras tanto, en Scott Group, Dylan no podía quedarse quieto.
Intentó sumergirse en su trabajo, pero todos sus intentos por concentrarse se desvanecieron bajo el peso de su inquietud. Su teléfono yacía a su lado, burlándose de él con su silencio.
Aunque Davina le había dicho que Christina solo se estaba dando una ducha, la falta de la voz de Christina le carcomía los pensamientos.
Estaba a punto de abandonar la oficina y volver a la villa cuando, por fin, su teléfono vibró.
«Acabo de salir de la ducha y he visto tu mensaje. Yo también te extraño».
Los tensos hombros de Dylan se relajaron ligeramente. Una pequeña y fugaz sonrisa se dibujó en la comisura de sus labios mientras comenzaba a escribir una respuesta, pero antes de pulsar enviar, dudó.
Luego, con el ceño fruncido, borró el mensaje. Una silenciosa duda se susurró en su mente: ¿y si no era realmente Christina quien le enviaba el mensaje?
La inquietud volvió a apoderarse de él. Sin perder un segundo más, inició una videollamada.
En el instante en que se conectó la llamada y el rostro de ella apareció en la pantalla, el nudo que tenía en el pecho se deshizo.
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—Chrissie —susurró, suavizando el tono de voz.
Christina sonrió levemente. —¿No estás ocupado en la empresa? ¿Ha pasado algo?
—¿Has visto las noticias en Internet? —preguntó él, frunciendo el ceño.
—Sí —respondió ella con calma.
—No te preocupes. Yo me encargaré de todo —dijo Dylan con firmeza, con los ojos oscurecidos por la preocupación—. Ignora los rumores y concéntrate en ti misma.
Christina escuchó a Dylan hablar con sincera preocupación y una tierna calidez la envolvió, dejándola silenciosamente encantada.
Sabía que podría haberlo manejado todo por su cuenta, pero la idea de que alguien se preocupara lo suficiente como para anticiparse y protegerla del dolor de los comentarios en línea la conmovió profundamente. Así era como se sentía tener a alguien que realmente la cuidaba.
—Está bien, no les haré caso —dijo Christina con una sonrisa amable, en un tono suave y confiado—. Sé que tú te encargarás de todo.
Sus ojos brillaban intensamente, rebosantes de alegría.
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