De Exesposa Humilde a Magnate Brillante - Capítulo 1192
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Capítulo 1192:
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El sabor… le resultaba tan familiar.
«¿Está malo o algo así?», preguntó Dylan, preocupado, al ver que ella fruncía el ceño.
«No, no, es solo que te juro que me resulta familiar», dijo ella, masticando pensativamente.
Le recordaba al espagueti de Blaine, el que había probado en ese concurso de cocina. ¿Pero la versión de Dylan? Era muy parecida, incluso mejor, con algo sutil que la diferenciaba.
En un instante, la mente de Christina repasó todos los platos que Dylan había cocinado y que le recordaban a los de Blaine.
Los sabores no eran idénticos, pero se parecían lo suficiente como para desconcertarla.
Su corazón dio un vuelco. ¿Podría ser…?
Levantó la vista, atónita, y se encontró con la mirada inquieta de Dylan.
¿Era él… Blaine?
Pero eso no tenía ningún sentido. Dylan era multimillonario, director de un enorme imperio empresarial. ¿Por qué alguien como él se molestaría en participar en un concurso de cocina?
La pregunta casi la destrozó. Aun así, tenía que preguntarlo.
—¿Alguna vez has participado en algún concurso de cocina de alto nivel?
Dylan se quedó paralizado. Sus ojos se clavaron en los de ella y su expresión se tensó ligeramente.
¿Cómo lo sabía?
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Ella había dicho que el espagueti le resultaba familiar. ¿Podría haber sido una de las misteriosas jueces de entonces?
«Lo hiciste, ¿verdad?», insistió Christina, con la voz un poco entrecortada.
—Sí, me apunté a uno, solo por diversión. Nunca volví. Espera, ¿erais una de las jueces misteriosas? —Estudió su rostro, tratando de leer su reacción.
Al segundo siguiente, tuvo su respuesta.
Su rostro se iluminó por completo mientras le agarraba del brazo. —¡Sí! ¡Dios mío, sí! ¡Así que tú eres el chef Blaine! No me lo puedo creer. ¡Nunca imaginé que tú y Blaine fuerais la misma persona!
Era casi imposible relacionar al tranquilo y refinado director ejecutivo Dylan Scott con el misterioso y divertido chef que la había conquistado solo con su sabor. Era difícil de imaginar.
Si él mismo no lo hubiera admitido, ella nunca lo habría creído.
«Yo tampoco esperaba que tú fueras uno de los jueces», dijo Dylan, con los ojos brillantes de sorpresa.
Resultó que sus caminos se habían cruzado hacía mucho tiempo, pero entonces no lo sabían.
Se habían rozado sin darse cuenta de que el destino ya los había reunido en la misma habitación.
Quizá todos esos desvíos en la vida formaban parte del plan, dándoles tiempo para madurar antes de estar preparados para este momento.
Todo estaba destinado a suceder.
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