De Exesposa Humilde a Magnate Brillante - Capítulo 1074
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Capítulo 1074:
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«Adónde voy no es asunto tuyo», respondió Christina con tono gélido.
Su repentina rebeldía pilló a los hombres completamente desprevenidos. ¿No les había estado halagando hacía solo unos momentos? ¿Cómo podía cambiar de actitud con tanta facilidad? Su irritación brilló bajo la superficie, pero se la tragaron, sin querer montar una escena en esta boda.
«Señorita Jones, sobre ese proyecto de mil millones de dólares que mencionamos antes, ¿seguro que no le interesa unirse a nosotros?», insistió Judd, lanzándole el anzuelo con confianza.
Pero Christina no era tan ingenua. Se dio cuenta de sus intenciones. «No me interesa el supuesto proyecto del que habla», respondió fríamente, con voz desprovista de emoción.
«¿De verdad no le interesa? Si se une a nosotros, podemos ofrecerle una participación mayor», insistió Judd, intentando una vez más convencerla.
«Un proyecto tan grandioso es mejor dejarlo en tus manos», dijo Christina, con un tono teñido de sarcasmo.
No captaron el matiz de sus palabras y lo confundieron con vacilación.
—Señorita Jones, somos sinceros —intervino un joven, entregándole una copa de vino tinto—. Beba esto y luego podremos continuar con nuestra conversación. Si el dinero es un problema, solo tiene que aportar su tiempo y esfuerzo. No le negaremos su parte de los beneficios.
«Sí, señorita Jones», añadió Judd rápidamente, fingiendo sinceridad. «No la engañaremos».
«No tiene que aportar dinero, solo su esfuerzo. Piense en ello como una forma de entablar amistad», intervino otro hombre con suavidad.
Insistieron con más fuerza, cada uno de ellos decidido a hacerla aceptar la bebida. Christina, sin embargo, se dio cuenta sin siquiera probarlo de que el vino había sido adulterado.
Una artimaña tan barata le parecía ridícula.
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«Lo pensaré», dijo Christina con una leve sonrisa, tomando la copa.
«Ven, entonces. Brindemos juntos», declaró Judd, levantando su copa, con los ojos brillantes y calculadores.
Los hombres intercambiaron miradas pícaras entre ellos antes de levantar sus copas hacia Christina, esperando a que ella hiciera lo mismo.
Tal y como esperaban, Christina levantó su copa y la golpeó ligeramente contra las de ellos. «Salud».
Bajo sus atentos ojos, Christina llevó lentamente la copa a sus labios. Pero justo cuando el borde rozaba sus labios rojos, se detuvo.
Antes de que nadie pudiera preguntarle qué pasaba, movió la muñeca y les echó el vino por la cara, empapándoles.
«¡Loca! ¿Has perdido la cabeza?», escupió Judd, dejando caer la máscara de cortesía en un instante.
«¿Estás buscando problemas?», rugió un joven, levantando la mano para golpearla.
Christina lo enfrentó, agarrándole la muñeca con una fría sonrisa en los labios. Él se debatió un momento antes de darse cuenta de que no podía soltarse, y su rostro se sonrojó de rabia. «¡Suéltame, mujer vil!», gritó.
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