De Exesposa Humilde a Magnate Brillante - Capítulo 107
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Capítulo 107:
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Cuando Lauretta cayó en sus brazos, su aroma débil y seductor lo dejó paralizado, frunciendo el ceño. Había algo inquietantemente familiar en esa fragancia…
Dominic frunció ligeramente el ceño. Ese aroma débil y elegante lo llevó atrás en el tiempo, cinco años atrás.
En aquel entonces, durante una misión en el extranjero, había sido emboscado, herido, arrastrado y estaba febril. Aquella noche se convirtió en un caos y terminó con una mujer. Cuando volvió en sí, ella se había ido. Sin nombre. Sin rastro. Parecía un sueño, uno que se disolvió con la luz de la mañana. Entre la herida, la fiebre y las drogas en sus venas, su memoria era una neblina completa. Su rostro, su voz, todo se había perdido. Lo único que quedaba era su aroma. Esa fragancia suave y refinada que se aferraba a su piel como un susurro.
La había buscado desde entonces. En silencio. Desesperadamente. Pero sus esfuerzos siempre habían sido en vano. Nunca esperó encontrar ese aroma similar en Lauretta.
Sostenida por Dominic, Lauretta levantó la vista y se encontró con la mirada de él. Su mirada era fría, pero profunda, cargada de algo que no se expresaba, como un secreto enterrado bajo años de silencio.
Ella percibió su aroma: oscuro, limpio e innegablemente masculino. Era vertiginoso, casi abrumador. Su corazón dio un vuelco antes de que pudiera detenerlo. Se le calentó la cara. Al darse cuenta de que estaba titubeando, se recompuso rápidamente y lo apartó, esperando que él no se hubiera dado cuenta.
Pero Dominic ni siquiera se percató de su rubor. Sus pensamientos estaban en otra parte, atrapados en aquella noche de hacía cinco años. El empujón de ella lo devolvió a la realidad. Sus ojos se agudizaron y se volvieron gélidos al fijarse en ella.
—¿Dónde estabas hace cinco años? —preguntó con voz baja y repentina.
—¿Eh? —Lauretta parpadeó, desconcertada por la pregunta tan repentina.
Él respiró hondo, controlando su impaciencia—. ¿No estabas en el extranjero entonces? ¿En qué país?
—¡Ah! Sí, estaba en Dravonia. Volví poco después. Fue entonces cuando… Bueno, rompimos el compromiso. ¿Por qué lo preguntas?
Sus ojos se oscurecieron y la chispa se apagó. —Nada —murmuró con voz plana. Había pasado la noche con aquella misteriosa mujer en Malvren. No en Dravonia. No podía haber sido Lauretta.
Todo sigue su curso en ɴσνєℓα𝓼4ƒ𝒶𝓷.𝒸𝑜𝓂
Lauretta, ajena a sus pensamientos, no estaba dispuesta a dejar pasar el tema. —¿Estás completamente seguro de que no venderás Woodfort?
La expresión de Dominic se heló. Todo su comportamiento se cerró. «No está en venta», dijo con frialdad.
Su voz se suavizó, casi suplicante. «Vamos. Piénsalo. Lo necesito de verdad».
Él la interrumpió bruscamente. «Señorita Gómez, no malgaste su aliento. No lo venderé».
Aun así, ella lo siguió, lanzándole todos los argumentos que se le ocurrían. Al principio, él respondió con negativas cortas y secas. Luego vino el silencio. Completo e implacable. Ella siguió insistiendo, con la voz cada vez más ronca, mientras él permanecía impasible.
Cuando él finalmente se subió al coche y pisó el acelerador, dejándola tosiendo en el polvo, ella estalló. Golpeó el suelo con el talón con un silbido de furia. «¡Cabrón!».
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