De Exesposa Humilde a Magnate Brillante - Capítulo 1051
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Capítulo 1051:
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«Chrissie, bailemos».
Con esas palabras, la sujetó y dio dos pasos atrás. Sus ojos, claros y luminosos, rebosaban de alegría y devoción, brillando como si estuvieran salpicados de luz estelar.
Extendió una clásica invitación al vals, con movimientos fluidos, elegantes e innegablemente nobles, que irradiaban una gracia natural.
Sin detenerse a pensar, Christina extendió la mano hacia él, aceptando instintivamente.
Solo cuando su cuerpo ya había comenzado a moverse al ritmo del suyo, recordó la herida que estaba tan desesperada por curar. Pero ya era demasiado tarde. Dejó ir ese pensamiento y decidió, solo por esta vez, rendirse al momento. Una sonrisa se dibujó en sus labios mientras giraba con él, arrastrada por un vals bajo la tormenta.
La lluvia se convirtió en su orquesta, cada golpeteo y salpicadura resonaba al compás del tierno latido del romance que florecía entre ellos.
Bajo la lluvia, Dylan y Christina no veían a nadie más, solo se veían el uno al otro.
El calor de sus cuerpos se filtraba a través de los puntos donde sus pieles se tocaban, uniéndolos en una conexión silenciosa y tácita.
En ese momento, estaban completamente perdidos el uno en el otro, arrastrados por una felicidad dichosa.
Cada mirada intercambiada llevaba consigo una tierna sonrisa, como si compartieran un secreto que solo ellos dos podían entender.
Cuando el baile finalmente terminó, Christina no perdió tiempo. Tiró de Dylan hacia la casa, sin atreverse a quedarse bajo la lluvia ni un segundo más.
Empapados hasta los huesos, rápidamente lo llevó arriba, a su habitación.
«Ve a darte una ducha»,
le indicó con suavidad, colocando una muda de ropa limpia en el cuarto de baño antes de empujarlo hacia dentro.
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«Sé bueno y date una ducha. Volveré más tarde para curarte la herida».
Sus palabras eran suaves y persuasivas, aunque ella misma necesitaba una ducha, ya que estaba empapada de pies a cabeza.
«De acuerdo»,
respondió Dylan con obediente sencillez.
Christina se dio la vuelta para marcharse, sin darse cuenta de que Dylan se había apoyado en el marco de la puerta del baño, con una sonrisa pícara en los labios mientras observaba su figura alejarse.
El vals que habían compartido bajo la lluvia ya estaba grabado en su corazón, destinado a convertirse en uno de sus recuerdos más preciados. Quizás, cuando los años los hubieran desgastado y su cabello se hubiera vuelto plateado, se sentarían juntos y reirían suavemente mientras recordaban los hermosos momentos de su juventud.
Después de ducharse, Christina se secó el pelo con una toalla y fue en busca de Dylan.
En cuanto abrió la puerta de su habitación, lo encontró esperándola, con el entusiasmo claramente reflejado en su rostro.
«Chrissie»,
la saludó Dylan con calidez, con una sonrisa inocente pero llena de afecto.
Esa tierna expresión era peligrosamente atractiva.
El corazón de Christina dio un vuelco y sus ojos se sintieron atraídos irremediablemente hacia él. Cuando su mirada profunda y oscura se llenó de ternura, le resultó casi imposible apartar la vista.
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